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por aquellos lugares a tres de sus compañeros y
gritaron los dos:
>>-íEs don Bosco!
>>Se vistieron enseguida y regresaron corriendo
al Oratorio, creyéndose perseguidos. Llegaron a
casa pálidos como la muerte; entraron con
precaución por la puerta de la iglesia y fueron a
esconderse en un dormitorio>>.
((**It7.487**)) A la
mañana siguiente, nos contó don Francisco
Dalmazzo, llegó desde san Ignacio una cartita de
don Bosco dirigida a don Víctor Alasonatti:
<>.
Don Víctor Alasonatti, con la carta en la mano,
fue en busca de los dos culpables y se la leyó:
-Don Bosco me ha escrito, les dijo: íla habéis
hecho buena! Habéis sentido en el Dora algo que os
hizo poca gracia?
Los dos jóvenes confesaron que todavía les
dolían las espaldas.
También el clérigo Bonetti les preguntó e
igualmente se convenció de que don Bosco había
escrito la verdad. También le confirmaron las
caricias recibidas a Pedro Enría, que les conocía
personalmente.
Don Víctor Alasonatti dijo a Vezzetti:
-Prepara la maleta y vete a tu casa.
Cuando el joven bajaba las escaleras de la
Prefectura se encontró con el joven Fiocchi, muy
amigo suyo por ser del mismo pueblo, y le contó su
caso; después le preguntó cómo don Bosco había
conocido su escapada, cuando era imposible de
todas las maneras que le llegase la menor noticia
del Oratorio.
Y le añadió:
-Sabes?... Me dieron en la espalda, sin que yo
viera a nadie, tres golpes; y el tercero fue
verdaderamente terrible y doloroso.
Los dos jóvenes, no obstante, fueron
readmitidos y entraron en razón.
<>-No te acuerdas de la bofetada de mano
invisible que recibiste tal día?
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