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((**Es7.408**) Puede darse, por tanto, que Selmi no quisiera tomar entonces una decisión y aguardara con cautela. También es posible que el mismo don Bosco recibiese noticias poco tranquilizadoras a través de los amigos empleados en los ministerios. El caso es que vivió en penosa incertidumbre, como consta por su carta a la marquesa de Fassati: Benemérita señora Marquesa: Diversas ocupaciones me han impedido, una tras otra, contestar rápidamente a la carta que la virtuosa Acelia me escribió en su nombre. Le diré que Savio puede venir cuando quiera, con tal que no sea después del 20 del próximo octubre. Respecto a Marchisio yo no había dado contestación definitiva, diciéndole que la recibiría de usted. Efectivamente, puede usted decirle que venga con el mismo Savio; la Divina Providencia que nos socorrió en tantas ocasiones nos ayudará también para este nuevo aspirante levita. Señora Marquesa, si en alguna ocasión necesité de sus plegarias, nunca como ahora. El demonio ha declarado guerra sin cuartel a este Oratorio, y está amenazado de cierre, si no lo pongo a la altura de los tiempos, de acuerdo con el espíritu del Gobierno. La Santísima Virgen ha asegurado que esto no se verificará; no obstante, Dios puede encontrarnos dignos de castigo y, entre otros, permitir éste. Hace unas semanas que vivo de esperanzas y de aflicciones. Le ruego, pues, que añada sus fervorosas oraciones a las que hacemos en esta casa y pongámonos en manos de la Providencia. La Santísima Virgen le regale en esta su solemnidad, la rosa de la caridad, la violeta de la humildad a Acelia, y el lirio de la modestia a Manuel, y nos conserve a todos bajo su poderosa protección. Amén. Muy agradecido, me profeso con todo aprecio. De V. S. benemérita. Turin, 3 de septiembre, 1863. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. PS. He visto algunas veces al Marqués, que goza de buena salud. Nos prometió venir un día a hacer una buena comida con nosotros, pero hasta ahora no ha venido. ((**It7.478**)) Por aquel tiempo, sin embargo, experimentaba don Bosco uno de aquellos consuelos que tanto le gustaban. Pocos días después de haber escrito al Delegado Provincial de estudios, le llegaba una carta del Sumo Pontífice, en respuesta, si no erramos, a una suya de la que nos conviene hacer aquí un poco de historia. Pío IX deseaba recibir con frecuencia de don Bosco, además de algunos consejos, también predicciones sobre los futuros combates de la revolución respecto a Roma. Un domingo del mes de junio, el marqués de Scarampi, a su (**Es7.408**))
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