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Puede darse, por tanto, que Selmi no quisiera
tomar entonces una decisión y aguardara con
cautela. También es posible que el mismo don Bosco
recibiese noticias poco tranquilizadoras a través
de los amigos empleados en los ministerios.
El caso es que vivió en penosa incertidumbre,
como consta por su carta a la marquesa de Fassati:
Benemérita señora Marquesa:
Diversas ocupaciones me han impedido, una tras
otra, contestar rápidamente a la carta que la
virtuosa Acelia me escribió en su nombre.
Le diré que Savio puede venir cuando quiera,
con tal que no sea después del 20 del próximo
octubre. Respecto a Marchisio yo no había dado
contestación definitiva, diciéndole que la
recibiría de usted.
Efectivamente, puede usted decirle que venga
con el mismo Savio; la Divina Providencia que nos
socorrió en tantas ocasiones nos ayudará también
para este nuevo aspirante levita.
Señora Marquesa, si en alguna ocasión necesité
de sus plegarias, nunca como ahora. El demonio ha
declarado guerra sin cuartel a este Oratorio, y
está amenazado de cierre, si no lo pongo a la
altura de los tiempos, de acuerdo con el espíritu
del Gobierno. La Santísima Virgen ha asegurado que
esto no se verificará; no obstante, Dios puede
encontrarnos dignos de castigo y, entre otros,
permitir éste.
Hace unas semanas que vivo de esperanzas y de
aflicciones. Le ruego, pues, que añada sus
fervorosas oraciones a las que hacemos en esta
casa y pongámonos en manos de la Providencia.
La Santísima Virgen le regale en esta su
solemnidad, la rosa de la caridad, la violeta de
la humildad a Acelia, y el lirio de la modestia a
Manuel, y nos conserve a todos bajo su poderosa
protección. Amén.
Muy agradecido, me profeso con todo aprecio.
De V. S. benemérita.
Turin, 3 de septiembre, 1863.
Su seguro
servidor
JUAN
BOSCO, Pbro.
PS. He visto algunas veces al Marqués, que goza de
buena salud. Nos prometió venir un día a hacer una
buena comida con nosotros, pero hasta ahora no ha
venido.
((**It7.478**)) Por
aquel tiempo, sin embargo, experimentaba don Bosco
uno de aquellos consuelos que tanto le gustaban.
Pocos días después de haber escrito al Delegado
Provincial de estudios, le llegaba una carta del
Sumo Pontífice, en respuesta, si no erramos, a una
suya de la que nos conviene hacer aquí un poco de
historia.
Pío IX deseaba recibir con frecuencia de don
Bosco, además de algunos consejos, también
predicciones sobre los futuros combates de la
revolución respecto a Roma.
Un domingo del mes de junio, el marqués de
Scarampi, a su
(**Es7.408**))
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