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Empezó la novena y estábamos ya en el último
día. Don Bosco debía entregar aquella tarde no
menos de mil liras a los obreros. Fue a visitar a
la enferma. Abrióle la doncella y con gran gozo le
anunció que su señora se encontraba perfectamente
curada; había dado ya dos paseos y había ido a la
iglesia para dar gracias al Señor.
Mientras la criada le contaba rápidamente todo
aquello, salió jubilosa la misma señora,
exclamando:
-Estoy curada, ya he ido a dar gracias a la
Virgen Santísima;
tenga el paquete que le he preparado. Esta es la
primera limosna, pero ciertamente no será la
última.
Don Bosco tomó el paquete, volvió a casa, lo
desenvolvió y halló cincuenta napoleones de oro,
que eran precisamente las mil liras que
necesitaba.
Desde este momento, como veremos, fueron tales
y tantas las gracias de la Virgen, para quienes
cooperaban a la construcción de su iglesia en
Valdocco, que bien puede asegurarse que Ella misma
la edificó. Aedificavit sibi domum Maria.
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