((**Es7.401**)
-Ya me parecía a mí que don Bosco no sería tan
terco en sus opiniones y que se avendría a cambiar
un título, que suena demasiado mal.
-Señor, replicó don Bosco; al ver que usted no
estaba satisfecho con aquel título, no le he dado
ninguno a esta iglesia; lo cual quiere decir que
soy libre de darle el nombre que me parezca mejor.
((**It7.469**)) -Pero
esto, desde luego, es un engaño.
-Aquí no hay ningún engaño. Usted no quería
aprobar aquel título y no lo aprobó; yo quería
dárselo y se lo doy. Los dos contentos, porque los
dos hemos conseguido nuestro propósito.
El arquitecto sonrió, y se mostró satisfecho,
seguramente sin ganas. Mas la razón estaba de
parte de don Bosco, y los del Ayuntamiento lo
entendiron perfectamente. La iglesia, en efecto,
recibió el título de María Auxiliadora. Don Bosco
no renunciaba a aquel título, porque era el
querido por María Santísima.
Con ello despertaba una gloria piamontesa. La
devoción a María Santísima Auxiliadora era antigua
en Turín. Esta ciudad había sido una de las
primeras en agregarse a la archicofradía de
Munich, en Baviera, erigida con este título para
conmemorar la liberación de Viena. Por el número
extraordinario de archicofrades se instituyó en la
iglesia de san Francisco de Paula otra cofradía
especial, que Pío VI aprobó y enriqueció con
muchas indulgencias y favores espirituales por
rescripto del 9 de febrero de 1798. Además, en la
misma iglesia se hizo construir una capilla, con
altar y una bellísima imagen de mármol precioso,
dedicada a María Auxiliadora por el cardenal
Mauricio, príncipe de Saboya, muerto en 1657.
Por esto debía ser proclamada desde Turín en
estos últimos tiempos y llegar a ser mundial por
los ruidosos e innumerables favores que la Virgen
Santísima concedería a quien la invocase con aquel
título.
Apenas obtenido el permiso municipal, don Bosco
confió a Carlos Buzzetti la empresa y enseguida se
comenzaron los trabajos de preparación.
El terreno donde había de levantarse debía
estar vallado por tres lados y abierto sólo por el
que da a la calle de la Jardinera para el tránsito
de los carros. En el mes de mayo, entre la
((**It7.470**)) compra
del terreno y la provisión de tablas para la
valla, ya se habían gastado cuatro mil liras.
Don Bosco llamó al administrador, don Angel
Savio, que ya había examinado el grandioso
proyecto, y le dijo que hiciese empezar las obras.
(**Es7.401**))
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