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la augusta Reina de los cielos. Spezia era aquel
joven que, recién terminada la carrera, se había
encontrado con don Bosco en Valdocco y, porque él
le invitó, había calculado cuánto podía valer la
casa Pinardi. Don Bosco le había dicho entonces:
-Mire, otro día necesitaré de usted.
Este otro día llegaba doce años después. El
buen arquitecto, sin convenir retribución alguna,
preparó un hermoso proyecto de acuerdo con el
amplio concepto de don Bosco y lo desarrolló con
planta de cruz latina sobre una superficie de mil
doscientos metros cuadrados.
Dos bajos campanarios flanqueaban la fachada
que resaltaba. Se entraba en la iglesia por un
atrio que sostenía el coro. Una majestuosa cúpula
con dieciséis ventanales sobresalía por encima del
edificio. De la base a la máxima altura había
setenta metros. De una a otra parte del altar
mayor, detrás del cual giraba un estrecho
ambulatorio, había una sacristía, por cuya puerta
se entraba en el imponente presbiterio. En los
extremos del brazo transversal dos grandes
altares; y otros dos, en capillas, a mitad del
brazo inferior.
Don Bosco examinó el proyecto, se alegró
muchísimo y exclamó:
-Sin que yo señalase al arquitecto ninguna
intención mía especial que regulase la
construcción de la nueva iglesia, advertí que una
capilla se levantará en el lugar preciso que la
bienaventurada Virgen María me había señalado.
Y en ella se colocó un altar a los santos
mártires de Turín.
((**It7.467**)) Alguno
de sus más allegados le presentó todavía alguna
duda y le aconsejó no comenzase una empresa tan
grande sin dinero en casa; pero él contestó
enseguida:
-No, no hay que tener miedo; es menester que
nos adelantemos y, luego, Dios nos ayudará; vendrá
el dinero por sí mismo.
Presentóse don Bosco en el Ayuntamiento para
los primeros trámites. Expuso su proyecto a los
concejales del Municipio y no sólo obtuvo la
aprobación y estímulo, sino también la promesa
verbal de que el Ayuntamiento contribuiría con
treinta mil liras, que era el subsidio que
acostumbraba conceder para toda construcción de
una nueva iglesia parroquial en Turín.
Se dirigió después a la oficina técnica, con un
croquis del proyecto con el título de Iglesia de
María Santísima Auxiliadora. El jefe de
arquitectos, al ver el título, movió la cabeza
diciendo que era impopular, inoportuno y que sabía
demasiado a santurronería.
-Por qué este título? íQué dirán! íMaría
Auxiliadora!
Don Bosco replicó:
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