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((**Es7.393**) para que se posea una razón más, referente a cómo sabía don Bosco defenderse en tiempos tan desastrosos para los buenos; con qué habilidad refutaba a sus acusadores y con qué táctica esquivaba ciertos problemas para no tropezar en cualquier escollo. Exponemos, pues, primero el bosquejo del memorial enviado a Peruzzi, ministro de Gobernación. Excelentísimo Señor: Aunque vivo tranquilo, después de cuanto su Excelencia me dijo de que si hubiera alguna dificultad y observación a hacer referente a esta Casa, me la haría a mí personalmente, no obstante, habiéndome usted hablado de algunas relaciones mal intencionadas que le habían sido presentadas, y habiendo sido publicadas en los periódicos, juzgo oportuno advertir que algunas voces vagas y sin fundamento llegaron a preocupar al Delegado provincial ((**It7.459**)) de estudios, al Ministro de Instrucción Pública y también a V.S. Expondré las habladurías y les daré una respuesta. 1.° Los estudios y el espíritu de nuestros clérigos no está en armonía con las actuales instituciones gubernativas. R.-Los programas, estudios y disciplinas de los clérigos es la misma de la diócesis, y nuestros clérigos asisten regularmente a la clases del Seminario de Turín, excepción hecha de algunas materias científicas que, no pudiendo tenerlas en el Seminario, acuden a los cursos de nuestra Real Universidad. Creo que no habrá en ello nada que reprobar. 2.° No se ve allí la efigie del Rey. R.-Podría decir que tampoco se ve la del Papa, ni la del Obispo; y podría también decir que no hay ninguna ley que lo ordene o aconseje. Pero puedo decir, y digo, que esta segunda habladuría está totalmente privada de fundamento. El retrato del Rey preside varias salas y en los tres despachos hay en todos ellos un cuadro con la misma imagen de nuestro Soberano. Está impreso este retrato en los millares de jóvenes que, salidos de esta casa, sirven hoy honradamente a la patria en las filas del ejército; está en todos los corazones de los alumnos de esta casa que, mañana y tarde, recitan especiales plegarias en común por su Soberano y por quienes trabajan con él en bien del Estado. 3.° Que la Historia de Italia no se presenta según el espíritu que se desea. R.-Esta Historia de Italia no es un libro escolar. Además yo la escribí invitado por el Ministro de Instrucción Pública; se ha editado bajo su dirección y me entregó un donativo de trescientas liras por el primer ejemplar que se le presentó. Se han hecho ya cuatro ediciones, siempre a la vista del Ministerio, el cual, no hace mucho, la reconocía, o mejor la enumeraba entre los libros de premio en un decreto oficial. Es cierto que en las ediciones anteriores había expresiones a retocar, después de los acontecimientos de 1860, 61, 62 y estas expresiones fueron modificadas, como puede verse en la cuarta edición, que se ha publicado este año. No obstante, si todavía hubiese algo que mereciese desaprobación, dígaseme y se corregirá en la próxima edición... Al presente yo no pido al Gobierno empleo, honores, ni dinero; pido solamente su apoyo moral y su ayuda, a fin de que, de común acuerdo, pueda yo desarrollar y promover una obra que tiende únicamente a que los jovencitos abandonados no acaben en las cárceles y que los que salen de ellas no tengan que volver más. Y esto me parece necesario y de interés para el Gobierno, etc., etc., etc... (**Es7.393**))
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