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para que se posea una razón más, referente a cómo
sabía don Bosco defenderse en tiempos tan
desastrosos para los buenos; con qué habilidad
refutaba a sus acusadores y con qué táctica
esquivaba ciertos problemas para no tropezar en
cualquier escollo.
Exponemos, pues, primero el bosquejo del
memorial enviado a Peruzzi, ministro de
Gobernación.
Excelentísimo Señor:
Aunque vivo tranquilo, después de cuanto su
Excelencia me dijo de que si hubiera alguna
dificultad y observación a hacer referente a esta
Casa, me la haría a mí personalmente, no obstante,
habiéndome usted hablado de algunas relaciones mal
intencionadas que le habían sido presentadas, y
habiendo sido publicadas en los periódicos, juzgo
oportuno advertir que algunas voces vagas y sin
fundamento llegaron a preocupar al Delegado
provincial ((**It7.459**)) de
estudios, al Ministro de Instrucción Pública y
también a V.S. Expondré las habladurías y les daré
una respuesta.
1.° Los estudios y el espíritu de nuestros
clérigos no está en armonía con las actuales
instituciones gubernativas.
R.-Los programas, estudios y disciplinas de los
clérigos es la misma de la diócesis, y nuestros
clérigos asisten regularmente a la clases del
Seminario de Turín, excepción hecha de algunas
materias científicas que, no pudiendo tenerlas en
el Seminario, acuden a los cursos de nuestra Real
Universidad. Creo que no habrá en ello nada que
reprobar.
2.° No se ve allí la efigie del Rey.
R.-Podría decir que tampoco se ve la del Papa,
ni la del Obispo; y
podría también decir que no hay ninguna ley que lo
ordene o aconseje. Pero puedo decir, y digo, que
esta segunda habladuría está totalmente privada de
fundamento. El retrato del Rey preside varias
salas y en los tres despachos hay en todos ellos
un cuadro con la misma imagen de nuestro Soberano.
Está impreso este retrato en los millares de
jóvenes que, salidos de esta casa, sirven hoy
honradamente a la patria en las filas del
ejército; está en todos los corazones de los
alumnos de esta casa que, mañana y tarde, recitan
especiales plegarias en común por su Soberano y
por quienes trabajan con él en bien del Estado.
3.° Que la Historia de Italia no se presenta
según el espíritu que se desea.
R.-Esta Historia de Italia no es un libro
escolar. Además yo la escribí invitado por el
Ministro de Instrucción Pública; se ha editado
bajo su dirección y me entregó un donativo de
trescientas liras por el primer ejemplar que se le
presentó. Se han hecho ya cuatro ediciones,
siempre a la vista del Ministerio, el cual, no
hace mucho, la reconocía, o mejor la enumeraba
entre los libros de premio en un decreto oficial.
Es cierto que en las ediciones anteriores había
expresiones a retocar, después de los
acontecimientos de 1860, 61, 62 y estas
expresiones fueron modificadas, como puede verse
en la cuarta edición, que se ha publicado este
año.
No obstante, si todavía hubiese algo que
mereciese desaprobación, dígaseme y se corregirá
en la próxima edición...
Al presente yo no pido al Gobierno empleo,
honores, ni dinero; pido solamente su apoyo moral
y su ayuda, a fin de que, de común acuerdo, pueda
yo desarrollar y promover una obra que tiende
únicamente a que los jovencitos abandonados no
acaben en las cárceles y que los que salen de
ellas no tengan que volver más. Y esto me parece
necesario y de interés para el Gobierno, etc.,
etc., etc...
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