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Les inculcaba que supieran ingeniarse para no
despedir nunca a nadie disgustado. Acostumbraba a
dar entre otras normas, la siguiente, a su
secretario:
-Procura hacer lo que puedas para contentar a
la gente, como hace don Bosco.
El secretario, por tanto, se propuso seguir
aquel consejo; pero, transcurridos unos días, se
presentó a don Bosco diciéndole que era imposible
contentar a todos y le rogó que le enseñase el
método.
Don Bosco, después de un instante de reflexión,
le respondió:
-Todos?... íImposible! Escucha: esta mañana
vino una señora para exponer sus asuntos, y
pretendía con insistencia que bajase a la iglesia
a confesarla.
-Vea, le dije; no tengo tiempo, y esto, además,
no es cosa de confesonario.
La señora, sin embargo, se encaprichaba
diciendo:
-San Francisco de Sales no se comportaba así
con sus penitentes.
-Si San Francisco se hubiese encontrado con
usted en esta circunstancia, le habría dado la
misma respuesta que yo.
La buena señora no quiso convencerse y se
marchó enfadada. Pero aún en estas ocasiones, la
paciencia, sin ninguna aspereza, quita o disminuye
mucho una impresión ((**It7.32**))
desagradable. Mas, para conseguir este efecto hay
que acostumbrarse a prepararse con la oración, la
madura reflexión, la amabilidad en las formas,
unida a una gran paciencia y amor de la verdad.
Al mismo tiempo añadía:
-Sed prudentes; pero no olvidemos que nuestra
prudencia debe consistir en poner a salvo siempre
la fe, la conciencia y la propia alma.
Por lo demás, clérigos, sacerdotes y alumnos,
recibían una lección práctica de cómo se debe
atender una visita para que resulte fructuosa,
cuando ellos mismos entraban en su habitación para
hablarle, y admiraban su forma de comportarse.
En su trato con las personas, conocía a primera
vista su carácter, sus propensiones, sus defectos
y sus buenas cualidades; y sabía regular la
conversación de tal manera que todos quedaban
satisfechos. Preguntado cómo había que hacer para
penetrar, a ejemplo suyo, en el corazón de los
hombres y ganarse su aprecio, sugería este medio:
-Preguntar mucho y llevar la conversación al
estado, al arte o profesión del individuo con
quien se habla. Al campesino preguntarle por los
campos; al soldado por la vida militar, al médico
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