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premio en las escuelas nacionales. Fue examinada y
alabada por hombres competentes en la materia,
entre otros por Nicolás Tommaseo. No comprendo
cómo un libro, tan bien visto por el Ministerio y
alabado por hombres de tanto renombre, se haya
convertido en peligroso para el Estado.
-Yo he leído una parte y, la verdad, no he
encontrado lo malo que algunos van criticando.
Advertí no obstante, un capítulo en favor del
poder temporal de los Papas.
-Yo he narrado la historia exponiendo el origen
de este poder, su consiguiente crecimiento, los
beneficios proporcionados por los Papas a Italia.
Desafío a desmentirme de ello; y no hay en mi
exposición ni una palabra contra el actual estado
de las cosas.
-Está bien; sin embargo, desde que salió la
primera edición los tiempos han cambiado
radicalmente, las ideas tomaron nuevas formas y,
me parece, que estaría igualmente bien, que cada
vez que se presenta el pollo en la mesa, estuviera
diversamente condimentado y acompañado de una
nueva salsa. Qué le parece a usted?
-No tengo nada que decir en cuanto a los pollos
que se presentan en la mesa; pero creo que no se
puede hacer esto con los hechos históricos. La
historia es siempre la misma, porque lo verdadero
no puede ser falso, como lo blanco no puede ser
negro. Los sucesos acaecidos una vez, no cambian
con el andar de los tiempos, y, por eso se
presentan al público como sucedieron, sin
desnaturalizarlos o envolverlos con ropajes o
salsas que los hagan parecer distintos de lo que
son; de otro modo, resultaría que la historia,
cambiando con el cambiar del gusto o de la cabeza
de quien la cuenta ((**It7.455**)) o de
quien la escribe, en vez de ser estable y maestra
veraz de la vida, resultaría una máscara, una
contradicción, una conjura contra la verdad.
-Es cierto; las ideas de los hombres varían,
mientras que los acontecimientos, propagados por
una historia verídica e imparcial, no cambian. Con
todo, aconsejo a V.S. que relea su historia y,
compulsando ciertas ideas que chocan demasiado
abiertamente con las actuales, las modifique de
modo que no ofendan la susceptibilidad de algunos.
Me entiende?
-He comprendido perfectamente, señor Ministro;
y si S.E. se digna hacerme notar las cosas que
piden modificación, le doy palabra de tenerlo en
cuenta para la primera reedición de mi humilde
trabajo.
-Estamos, pues, de acuerdo; y ahora váyase
usted tranquilo, que ninguno volverá a molestarle.
Si surge alguna dificultad respecto a sus
escuelas, venga directamente a mí sin dudarlo.
Mientras yo
(**Es7.389**))
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