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paso por encima de toda observación y cumpla usted
la orden recibida. Ruego solamente que no se hagan
preguntas inoportunas a los jóvenes y no se les
asuste.
Y con corteses palabras se lo prometió.
Sería demasiado largo referir las preguntas que
hizo el inspector y las respuestas que dieron los
alumnos en cada uno de los cinco cursos de
bachillerato; haremos un sencillo resumen.
Señalamos en primer lugar que, aunque el
profesor se mostrase cortés y educado, lo mismo
con don Bosco que con maestros y alumnos, daba sin
embargo a entender que hacía una visita con un
plan preconcebido, no tanto para examinar, cuanto
para indagar. No le interesaba saber si los
alumnos estaban instruidos, sino sorprenderles y
conocer, más que la legalidad de la enseñanza, las
ideas y opiniones políticas que profesaban.
Dejando, pues, de lado la literatura latina,
eligió tratar de materia más apta a su capciosa
inspección. En las clases superiores preguntó
sobre Dante Alighieri, y en las inferiorees sobre
geografía de Italia; en algunas clases hizo que se
acercasen a la cátedra algunos alumnos e indagó
hasta en el santuario de la conciencia.
En los cursos primero y segundo de retórica, o
sea en cuarto y quinto curso de bachillerato, se
entretuvo mañana y tarde con el primer canto de la
Divina Comedia, y en los demás prefirió aquellos
cantos y aquellos tercetos, ((**It7.446**)) donde
el poeta ataca injustamente, por miras políticas y
personales, a los Papas y especialmente a
Bonifacio VIII, a quien consideraba la causa de su
expulsión de Florencia. Preguntó, por tanto, el
origen de Güelfos y Gibelinos, las ideas de unos y
otros, con qué partidos de la actualidad italiana
se corresponderían, a cuál de los dos pertenecía
Dante, qué opinión tenía acerca del dominio
temporal del Papa, si los Papas habían hecho bien
o mal a Italia y otras preguntas parecidas, más o
menos insidiosas. Parecía que trataba de arrancar
a los alumnos alguna respuesta menos prudente, que
le sirviese, al menos de pretexto, para denunciar
que la enseñanza impartida en el Oratorio, era
contraria a las modernas instituciones. Mas la
gracia de Dios y la correcta conducta y prudencia
de profesores y alumnos hicieron desvanecer su
esperanza.
En las clases del bachillerato elemental, al
preguntar sobre geografía de Italia, encontró al
fin algo con qué alegrarse. A un alumno de primer
curso, que exponía la división de la Alta Italia
se le escapó, casi por costumbre, la antigua
denominación de Lombardo Véneto, como
perteneciente al Imperio Austríaco. Cuando el
Inspector
(**Es7.382**))
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