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doctrinas de Tanucci1, perseguía rabiosamente por
toda Italia al clero, que se conservaba fiel a las
leyes y a la disciplina de la jerarquía católica.
Había amenazas, registros, prisiones y multas por
no cantar el tedéum en ciertas ocasiones, por
omitir el oremus pro rege en la Semana Santa, por
negarse a absolver sacramentalmente a los
indignos, por negar la sepultura eclesiástica a un
excomulgado, por maligna interpretación, dada por
cualquier estafador, a máximas evangélicas
expuestas en el púlpito. En cambio se concedían
beneficios eclesiásticos, rectorías de iglesias
vacantes, canonjías, pensiones, cátedras, títulos,
cruces de caballero y de comendador a aquellos
desventurados sacerdotes que habían firmado el
escrito de Passaglia al Papa y estaban suspendidos
a divinis por su obstinación en la rebeldía. Se
llegó hasta a amenazar con proceso criminal a
algún Obispo, si les imponía penas canónicas, y
fueron después encarcelados el Arzobispo de
Spoleto y el de Urbino. Se tramaba un cisma.
Señalaremos, además, que el fisco había
desterrado, desde el principio de 1861 hasta junio
de 1863, cerca de catorce mil religiosos y monjas
de ochocientos tres conventos, apoderándose de sus
bienes, lo mismo que de los de ciento cuatro
colegiatas. Sólo Sicilia se encontraba todavía
inmune de este saqueo, porque el Gobierno temía
una terrible resistencia opular.
1 Bernardo Tanucci ( 1698-1783) jurisconsulto y
estadista italiano. En Nápoles fue ministro de
Carlos de Borbón, futuro Carlos III, que al ser
proclamado en España, le encargó del Consejo de
Regencia de su hijo Fernando; abolió el Santo
Oficio y limitó el número de conventos.
(N. del T.)
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