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-íOh! Eso claro que no, señor profesor.
-íAquí...! Aquí le quería yo, continuó Ricotti;
aquí; y por qué, don Bosco, da su desaprobación?
-Porque usted contradice abiertamente la
verdad. Sin discurrir vagamente en general,
vengamos rápidamente a algún ((**It7.431**))
detalle. Vea, señor profesor: cuando usted habla
de León X, afirma que, consiguió ocupar el
pontificado con engaños; y que, aunque llevase una
vida hipócrita e inoperante, sin embargo alcanzó
el nombre de Magno, por parte de sus cortesanos;
y, en contra de sus méritos, su siglo tomó de él
el nombre. Y bien conoce usted a Voit? Es un autor
protestante y, con todo, al hablar de este
Pontífice dice que, por su vida, llena de obras
magníficas y buenas, honró grandemente al
Pontificado, que nadie mereció como él de su
siglo, que justa y necesariamente debió tomar
nombre de él; y le tributa homenaje y elogios
admirables. Ahora, dígame, señor profesor, a quién
debo creer con preferencia? A usted, que se
profesa cristiano y desacredita a un Pontífice tan
grande, o bien a uno que, teniendo todo interés en
desprestigiarlo, lo eleva y lo sublima con los
panegíricos más entusiastas?
El profesor quedó confuso para contestarle;
buscó razones y excusas, mas debió convenir que
don Bosco no se equivocaba.
Luego pasó a cantar las maravillas de la nunca
bastante apreciada, como él decía, obra de don
Bosco sobre la Historia de Italia y le ponderaba:
-Cómo V. S., con tantas y tan serias
ocupaciones ha podido idear y dar a luz de tan
admirable modo un trabajo tan bello y tan difícil?
Pero don Bosco que no había ido para oír
elogios, que entendía no eran sinceros, no tardó
en hablar de sus escuelas que se querían cerrar,
de sus profesores a quienes no se quería admitir a
examen y de su necesidad de contar cuanto antes
con profesores titulados. Ricotti le escuchó con
mucha bondad y prometió toda protección por su
parte, protestando que la obra providencial
emprendida en favor de los jóvenes pobres y
abandonados, se merecía y gozaba de toda su
benevolencia.
Don Bosco esperó contar con su apoyo, mas la
respuesta tardaba, porque Ricotti no aceptaba como
legal el examen de ((**It7.432**))
filosofía realizado en el Seminario y el reducir
los cursos de Universidad.
Pero cuando todo obstáculo parecía insuperable,
el Presidente de la Facultad Filosófico-Literaria,
Bartolomé Prieri, profesor de literatura
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