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El Rector de la Universidad de Turín, Hércules
Ricotti, profesor de historia moderna y de arte
crítico, no fue el último en ser visitado por don
Bosco. Ricotti, autor de muchas obras históricas,
de una Historia de Europa y especialmente de
Italia, gozaba de gran fama en el campo liberal.
Había leído la Historia de Italia para uso de la
juventud, publicada por don Bosco y había tildado
de pobreza de ingenio y escasa cultura, lo que era
áurea sencillez de estilo y dicción, como dijo de
ella Tommaseo. Velaban además su mente las ideas
opuestas a la Iglesia. Don Bosco fue varias veces
a visitarle en la Universidad y en su domicilio,
pero siempre se le negó la audiencia. Ricotti se
consideraba personalmente ofendido por ciertos
juicios de don Bosco sobre sus obras, que algunos
empleados le habían calumniosamente referido.
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Intentando una última prueba fue a verle a la
Universidad.
Esperaba, como de costumbre, oír que el Rector
estaba ocupado y no podía recibirle, cuando he
aquí que una circunstancia favorable vino en su
ayuda. Abrióse en aquel instante la puerta del
despacho del Rector y apareció Ricotti en persona,
para dar una orden al bedel. Don Bosco se plantó
con toda rapidez ante la puerta por la que debía
volver el Rector. En efecto, no tardó en aparecer.
Conocía a don Bosco con quien, más de una vez, se
había entretenido en tiempos pasados, pero
aparentó ignorarlo. Don Bosco, apenas lo tuvo
delante, le dijo:
-Me permite una palabra?
-Con quién tengo el honor de hablar?
-Soy el pobre don Bosco.
-íAh! Sí, sí, ídon Bosco! Ese sacerdote que ha
hablado mal de mí y ha desacreditado mi Historia
de Europa.
-íSeñor profesor! Usted se equivoca del todo.
Yo no he hablado nunca mal de su obra.
-Sí, sí, íusted ha publicado que mi historia es
mentirosa...! No recurramos a subterfugios, ea,
hablemos claro... entendámonos de una vez y...
confiese sin ambages cuanto yo afirmo...
Y diciendo esto introdujo a don Bosco en su
despacho. Hízole sentarse y colocándose a su lado,
prosiguió:
-Es verdad, sí o no, que usted se ha permitido
proferir palabras inconvenientes respecto a mi
obra?
-Le aseguro que nunca hice, dije, ni escribí
cosa alguna contra su obra.
-Pero entendámonos, replicó el Rector; aprueba
usted, sí o no, lo que yo expongo en mi Historia
de Europa?
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