((**Es7.363**)
<((**It7.423**)) Ayer
por la noche se contempló sobre nuestra casa un
globo de fuego. Muchos me piden explicación de
esto. Diré que, antiguamente cuando caía fuego
sobre alguno, era una señal de castigo. Pero yo no
puedo pensar que el Señor quiera castigar a
nuestra casa. Mas, si deseáis que deduzca algún
significado, os lo puedo dar, y es que algunos no
hicieron bien los ejercicios espirituales. Acaso
esto sea una señal de que el Señor todavía quiere
darles tiempo para que se conviertan.
Tengo otra cosa que contaros y es que, durante
estos ejercicios, me encontré, en relación con los
jóvenes, en un estado en el que jamás estuve
anteriormente, salvo en una ocasión. Veía estos
días en el corazón de los muchachos como si leyera
en un libro: veía clara y distintamente todos sus
pecados y sus enredos. Así que, igual me daba
escuchar sus pecados que decirlos yo mismo; con la
diferencia de que, si les dejaba decirlos, era
como si leyera una palabra del principio y otra
del final de un libro que tenía delante; en
cambio, si hablaba yo, podía manifestarles todos
sus pecados ordenada y claramente. Más aún, al
acabar la confesión podía sugerirles un recuerdo
que era la verdadera definición de todas sus
necesidades. Pasados estos días, volví a la
oscuridad: hice la prueba esta tarde, y ya no era
así: sigo en las tinieblas.
-Alguno me preguntará:
-Se acuerda todavía de lo que vio en el corazón
de cada uno?
Y yo contesto que no recuerdo más que algo
confuso, como cuando uno ha leído un libro una
sola vez y no recuerda más que en confuso lo
leído. Por eso ahora os recomiendo que cada uno
recuerde bien los avisos o el único consejo que de
mí recibió en la confesión estos días y procure
ponerlo en práctica. Si este hecho me acarreó
grandes consuelos, tuve también un serio disgusto
y es que muchos, a quienes yo esperaba, no se
presentaron; les hice buscar pero no me fue
posible encontrarles; otros, invitados por mí,
prometieron venir y no vinieron. No quiero decir
de ningún modo que ésos hayan hecho mal los
ejercicios; pero si hubieran venido a mí, yo
hubiera podido ajustarles mejor los negocios de su
alma.
>>En confirmación de cuanto don Bosco dijo, yo
Domingo Ruffino, puedo atestiguar que un joven me
refirió que fue a confesarse con don Bosco con la
intención de hacer la confesión ordinaria, pero
que don Bosco le dijo que sería mejor hacerla
general. Aquel joven respondió que la haría, pero
que no estaba preparado. Entonces don Bosco le
dijo:
>>-No te inquietes por ello, lo que tú no
digas, lo diré ((**It7.424**)) yo.
>>Y luego comenzó don Bosco a enumerarle los
pecados y los hizo pasar todos, sin dejarse uno.
>>Otro joven me aseguró también que, habiendo
ido a confesarse de un pecado, que le causaba
mucha vergüenza decir, no sólo se lo descubrió
sino que además le declaró determinadas
circunstancias, que era imposible fueran conocidas
por ciencia humana>>.
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