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alumnos volvían de las vacaciones de Pascua, don
Bosco fue a presidir la conferencia de la
Inmaculada Concepción. Tomó al final la palabra y,
entre otras cosas, nos recomendó estas dos para
bien de nuestros clientes 1.
>> 1.§ Cada uno de vosotros esté atento cuando
llegue su compañero de vacaciones; sea el primero
en acudir a saludarle y reanudar las relaciones de
amistad. Observe si su patrocinado necesita alguna
advertencia y se la dé: esto hay que hacerlo
especialmente en estos días. Además, durante los
días de vacación, y el jueves de modo particular,
procure cada uno buscar el modo de entretenerse
más a menudo con su cliente; y en general cuando
conozca que le conviene un aviso, no lo descuide y
vaya, búsquelo, llámele aparte y con caridad
dígale lo que conviene.
>>2.§ Otra cosa más os recomiendo, y es que,
cuando vayáis vosotros a confesaros, tratéis de
llevar con vosotros a vuestro cliente.
Decidle, por ejemplo: <<-Tengo ganas de ir a
confesarme, pero no me gusta ir ((**It7.416**)) solo,
ven tú y acompáñame.->> Generalmente él irá y así
le ponéis en la ocasión de hablar con su confesor
y, si por no estar bien dispuesto, no recibiese la
absolución, al menos oirá algunos consejos del
confesor que siempre le harán bien.
>>Para concluir agregó que consideraba a la
Compañía como a su guardia imperial; y que, así
como un emperador se cree siempre seguro en el
trono y pone en fuga a sus enemigos, mientras se
mantiene en pie y fuerte la guardia imperial, así
él esperaba con nuestra ayuda, desbaratar a los
enemigos de las almas y mantener en casa el trono
del Señor>>.
Diversos nobles señores piamonteses y
sacerdotes habían vuelto en aquellos días de Roma,
donde, por recomendaciones de don Bosco, habían
podido presenciar a su gusto las ceremonias de la
Semana Santa en san Pedro.
De uno de ellos, que se había quedado todavía
en Roma, escribía el cardenal Marini a don Bosco:
Mi Reverendo Señor:
Las personas que se me presentan recomendadas
por V. S. me son queridas como el mismo don Juan
Bosco; por esto, he recibido con mucho gusto al
canónigo Davicino, el cual, me hizo de caudatario
para mejor presenciar las funciones de la Semana
Santa.
1 Cliente. (Tomo V, pág. 346). Los miembros de
la Compañía tenían, a veces, asignado un compañero
poco cumplidor para vigilarle y ayudarle a
portarse bien: a este tal, le denominaban cliente.
(N. del T.)
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