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conceda, al menos por vía de excepción, a estos
maestros lo que la ley 719, artículo 5.° otorga a
la Universidad de Nápoles donde se determina que:
<>>>, con tal de que
con el pago de estas tasas sean dispensados del
tiempo material, que deberían repetir asistiendo a
los cursos, que ya han frecuentado como oyentes.
Confiando que V.E. atienda este mi humilde
ruego, le aseguro que los jóvenes beneficiados
conservarán un grato e imperecedero recuerdo de V.
E.; mientras, unido a ellos, le auguro de corazón
todo el bien del cielo, profesándome con todo mi
aprecio.
De V.E.
Turín, 9 de marzo, 1863.
Su seguro
servidor
JUAN BOSCO,
Pbro.
Esta misma instancia era apoyada por las
recomendaciones del Ministro Peruzzi, a quien don
Bosco se había dirigido; pero no obtuvo mejor
suerte. El Ministro de Gobernación le informaba el
23 de marzo.
((**It7.401**))
Desagrada a este Ministerio, que no hayan podido
alcanzar el deseado efecto las calurosas
recomendaciones, con las que se acompañaba al de
Instrucción Pública la instancia presentada por
usted a fin de que los jóvenes sacerdotes y
clérigos profesores en ese Centro fueran admitidos
a los exámenes universitarios para su habilitación
para la segunda enseñanza.
También dolió al Ministerio de Instrucción
Pública no haber podido otorgar para tal objeto un
permiso favorable al que se oponen las leyes y el
parecer del Consejo Superior de Instrucción
Pública, al cual se transmitió el asunto, como ya
consta que le fue directamente significado.
Con esta indicación, el abajo firmante cumple
contestando por su parte a la instancia en
cuestión y devolviendo adjuntos los
correspondientes escritos.
Por el
Ministro
S.
SPAVENTA
Era desesperante la cortesía, la urbanidad
calculada con la que continuamente eran rechazadas
las instancias de don Bosco. Hasta el caballero
Gatti le trataba con gran afabilidad; aprobaba y
ponía por las nubes su bachillerato, pero a
condición de que los profesores poseyeran los
títulos legales. Don Bosco se encontraba entre la
espada y la pared. Sus maestros estaban ob ligados
a rendir exámenes públicos, so pena del cierre de
las escuelas, mientras una prohibición del propio
Ministro, es decir del caballero Gatti, había
dispuesto que no fuesen admitidos a tales
exámenes. Don Bosco iba pacientemente de la
Universidad al Delegado Provincial de enseñanza,
del
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