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((**Es7.334**) bendición sobre el gran número de sacerdotes, clérigos, seglares y jovencitos que se unen a mí para invocarla humildemente, mientras, en nombre de todos, me cabe la gran satisfacción de poderme postrar a los pies, De Vuestra Santidad. Turín, 13 de febrero, 1863. Su humilde y afectisimo hijo JUAN BOSCO, Pbro. El Venerable Siervo de Dios, mientras se había consolado con el Papa del mayor desarrollo conseguido por la buena prensa, escribía el opúsculo de las Lecturas para abril. Se titulaba: Pontificado de san Cayo Papa y mártir, original del sacerdote Juan Bosco (N). Describe también el martirio de muchos contemporáneos ilustres confesores de la fe. Mientras don Bosco trabajaba sobre la Historia Eclesiástica, salía de la tipografía de la Inmaculada en Módena, la segunda edición de la Historia Popular de los Papas, escrita por G. Chantrel, y popularizada por A. Somazzi. Don Bosco ya había leído la primera edición y le había escrito el editor rogándole se ocupara de promover la suscripción y difusión de estos veinticuatro pequeños volúmenes. Don Bosco le respondió: Carísimo Señor: Con gusto me ocupo de promover la suscripción y difusión de la obra: Historia Popular de los Papas, por Chantrel, pero desearía que alguien se preocupase de mejorar el texto, que sigue sólo las huellas de los autores franceses y en varios lugares, con buena voluntad si se quiere, disfraza la verdad y omite cosas muy importantes. En una carta no puedo notificarle muchas cosas; mas, por ejemplo, la Iglesia Católica compuso el Oficio con lecciones, misa, tiempo y hechos diversos acerca ((**It7.389**)) de san Cleto y san Anacleto y él hace uno sólo con un embrollo que coloca la historia de los Papas en una verdadera confusión. Véase a este propósito: Baronio, Vol. I, Navaes, Vol. I, el libro del Pontifical Romano, etc. 1. Sigue la cronología de los Galicanos, por eso va en contra de los eruditos italianos, Baronio, Giaconio, Sandini, Orsi, etc. Se pierde en relatos amenos, pero que no son importantes, y olvida después, se puede decir, cosas verdaderamente esenciales de todos los papas; por ejemplo, omite las actas del martirio de san Clemente I y de san Alejandro I, que son consideradas como auténticas por los Bolandistas, Surio, Ruinart, etc. Chantrel ni siquiera menciona las hermosas gestas que san Ambrosio escribe sobre san Cayo, y que son recordadas en las actas de san Gabino, Susana, Sebastián y compañeros. Digo sólo esto en general, porque en una carta no cabe más; pero confrontando este autor con fuentes históricas, como son Eugenio de Cesarea, Teodoreto, Sócrates, 1 En esta controversia don Bosco se atiene a la doctrina más común y revalente en aquel momento.(**Es7.334**))
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