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bendición sobre el gran número de sacerdotes,
clérigos, seglares y jovencitos que se unen a mí
para invocarla humildemente, mientras, en nombre
de todos, me cabe la gran satisfacción de poderme
postrar a los pies,
De Vuestra Santidad.
Turín, 13 de febrero, 1863.
Su humilde y
afectisimo hijo
JUAN BOSCO,
Pbro.
El Venerable Siervo de Dios, mientras se había
consolado con el Papa del mayor desarrollo
conseguido por la buena prensa, escribía el
opúsculo de las Lecturas para abril. Se titulaba:
Pontificado de san Cayo Papa y mártir, original
del sacerdote Juan Bosco (N). Describe también el
martirio de muchos contemporáneos ilustres
confesores de la fe.
Mientras don Bosco trabajaba sobre la Historia
Eclesiástica, salía de la tipografía de la
Inmaculada en Módena, la segunda edición de la
Historia Popular de los Papas, escrita por G.
Chantrel, y popularizada por A. Somazzi. Don Bosco
ya había leído la primera edición y le había
escrito el editor rogándole se ocupara de promover
la suscripción y difusión de estos veinticuatro
pequeños volúmenes. Don Bosco le respondió:
Carísimo Señor:
Con gusto me ocupo de promover la suscripción y
difusión de la obra: Historia Popular de los
Papas, por Chantrel, pero desearía que alguien se
preocupase de mejorar el texto, que sigue sólo las
huellas de los autores franceses y en varios
lugares, con buena voluntad si se quiere, disfraza
la verdad y omite cosas muy importantes. En una
carta no puedo notificarle muchas cosas; mas, por
ejemplo, la Iglesia Católica compuso el Oficio con
lecciones, misa, tiempo y hechos diversos acerca
((**It7.389**)) de san
Cleto y san Anacleto y él hace uno sólo con un
embrollo que coloca la historia de los Papas en
una verdadera confusión. Véase a este propósito:
Baronio, Vol. I, Navaes, Vol. I, el libro del
Pontifical Romano, etc. 1.
Sigue la cronología de los Galicanos, por eso
va en contra de los eruditos italianos, Baronio,
Giaconio, Sandini, Orsi, etc.
Se pierde en relatos amenos, pero que no son
importantes, y olvida después, se puede decir,
cosas verdaderamente esenciales de todos los
papas; por ejemplo, omite las actas del martirio
de san Clemente I y de san Alejandro I, que son
consideradas como auténticas por los Bolandistas,
Surio, Ruinart, etc.
Chantrel ni siquiera menciona las hermosas
gestas que san Ambrosio escribe sobre san Cayo, y
que son recordadas en las actas de san Gabino,
Susana, Sebastián y compañeros.
Digo sólo esto en general, porque en una carta
no cabe más; pero confrontando este autor con
fuentes históricas, como son Eugenio de Cesarea,
Teodoreto, Sócrates,
1 En esta controversia don Bosco se atiene a la
doctrina más común y revalente en aquel
momento.(**Es7.334**))
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