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Ella; en toda suerte de peligros invocad a María,
y os aseguro que seréis escuchados. Por lo demás,
los que fueron tan cruelmente maltratados por la
bestia, hagan el propósito de huir de las malas
conversaciones, de los malos compañeros; y los que
pretendían alejar a los demás de María, que
cambien de vida o que abandonen esta Casa. Quien
desee saber el lugar que ocupaba en el sueño, que
venga a verme a mi habitación y yo se lo diré.
Pero lo repito: los ministros de Satanás, que
cambien de vida o que se marchen. íBuenas noches!.
Estas palabras fueron pronunciads por Don Bosco
con tal unción y con tal emoción, que los jóvenes,
pensando en el sueño, no le dejaron en paz durante
más de una semana. Por las mañanas las confesiones
fueron numerosísimas y después de la comida un
buen número se entrevistó con el siervo de Dios,
para preguntarle qué lugar ocupaba en el sueño
misterioso.
Que no se trataba de un sueño, sino más bien de
una visión, lo había afirmado indirectamente don
Bosco mismo, al decir:
-Cuando el Señor quiere manifestarme algo,
paso... etc... Suelo elevar a Dios especiales
plegarias para que me ilumine...
Y después, al prohibir que se bromease sobre el
tema de esta narración.
Pero aún hay más.
En esta ocasión el mismo siervo de Dios
escribió en un papel los nombres de los alumnos
que había visto heridos en el sueño, de los que
manejaban la espada y de los que esgrimían dos; y
enseñó la lista a don Celestino Durando,
encargándole de vigilarlos. Este nos proporcionó
dicha lista, que tenemos ante la vista. Los
heridos son trece, a saber: los que probablemente
no se refugiaron bajo el manto de la Virgen; los
que manejaban una espada eran diecisiete; los que
esgrimían dos, se reducían a tres. La nota al lado
de algún nombre indica un cambio de conducta.
Hemos de observar también que el sueño, como
veremos más adelante, no se refería solamente al
tiempo presente, sino también al futuro.
Sobre la realidad del sueño, ((**It7.361**)) los
mismos jóvenes fueron los mejores testigos. Uno de
ellos decía: <>A otros dos jóvenes, a los cuales don Bosco
aseguraba haberlos visto con la espada, se les oyó
exclamar: ``íAh, sí, es cierto; hace tiempo que me
he dado cuenta de ello; lo sabía!'' Y cambiaron de
conducta.
>>Un día, después de comer, hablaba de su sueño
y tras haber manifestado
(**Es7.311**))
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