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((**Es7.308**) postrado y medio muerto. No me apuré por esto, antes al contrario me alegré, porque sabía que ordinariamente cuando el Señor está para manifestarme alguna cosa, lo paso muy mal la noche anterior. Proseguí por tanto mis habituales ocupaciones en el pueblo de Borgo Cornalense y el sábado por la tarde llegué entre vosotros. Después de confesar me fui a dormir, y debido al cansancio motivado por las pláticas y las confesiones de Borgo, y lo poquísimo que había descansado la noche precedente, me quedé dormido. Y aquí comienza el sueño que me ha de servir para daros el aguinaldo. Mis queridos jóvenes, soñé que era un día festivo, a la hora del recreo después de comer y que os divertíais de mil maneras. Me pareció encontrarme en mi habitación con el caballero Vallauri, profesor de bellas letras. Habíamos hablado de algunos temas literarios y de otras cosas relacionadas con la ((**It7.357**)) religión. De pronto, oí a la puerta el tantán de alguien que llamaba. Corrí a abrir. Era mi madre, muerta hace seis años, que me decía asustada:-Ven a ver, ven a ver. -Qué hay?, le pregunté. Y sin más, me condujo al balcón desde donde vi en el patio en medio de los jóvenes un elefante de tamaño colosal. -Pero cómo puede ser eso? exclamé. íVamos abajo! Y lleno de pavor miraba al caballero Vallauri y él a mí como si nos preguntásemos la causa de la presencia de aquella bestia descomunal en medio de los muchachos. Sin pérdida de tiempo bajamos los tres a los pórticos. Muchos de vosotros, como es natural, os habíais acercado a ver al elefante. Este parecía de índole dócil; se divertía correteando con los jóvenes; los acariciaba con la trompa; era tan inteligente,que obedecía los mandatos de sus pequeños amigos como si hubiese sido amaestrado y domesticado en el Oratorio desde sus primeros años, de forma que numerosos jóvenes le acariciaban con toda confianza y le seguían por doquier. Mas no todos estabais alrededor de él. Pronto vi que la mayor parte huíais asustados de una a otra parte buscando un lugar de refugio, y que al fin penetrasteis en la iglesia. Yo también intenté entrar en ella por la puerta que da al patio, pero al pasar junto a la estatua de la Virgen, colocada cerca de la fuente, toqué la extremidad de su manto como para invocar su patrocinio, y entonces Ella levantó el brazo derecho. Vallauri quiso imitarme haciendo lo mismo por la otra parte y la Virgen levantó el brazo izquierdo. Yo estaba sorprendido, sin saber explicarme un hecho tan extraño. Llegó entretanto la hora de las funciones sagradas y vosotros os dirigisteis todos a la iglesia. También yo entré en ella y vi al elefante de pie al fondo del templo, cerca de la puerta. Se cantaron las Vísperas y después de la plática me dirigí al altar acompañado de don Víctor Alasonatti y de don Angel Savio para dar la bendición con el Santísimo Sacramento. Pero en el momento solemne en que todos estaban profundamente inclinados para adorar al Santo de los Santos, vi, siempre al fondo de la iglesia, en el centro del pasillo, entre las dos hileras de los bancos, al elefante arrodillado e inclinado, pero en sentido inverso, esto es, con la trompa y los colmillos vueltos en dirección a la puerta principal. Terminada la función, quise salir inmediatamente al patio para ver qué sucedía; pero, como tuviese que atender en la sacristía a alguien que me quería comunicar una noticia, hube de detenerme un poco. (**Es7.308**))
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