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predicar allí ((**It7.349**)) las
cuarenta horas, que se celebraban el 31 de
diciembre de 1862 y los días 1 y 2 de enero de
1863.
Era una simple invitación, pero en realidad un
mandato, puesto que esta señora no admitía
negativas.
-Mire, le dijo don Bosco; esta vez no puedo;
llevo entre manos varios asuntos muy urgentes...
perdóneme; otra vez me apresuraré a obedecerla,
mas ahora circunstancias imprevistas...
-Entonces, no lo olvide, interrumpió la
duquesa; cuando venga pidiéndome ayuda para sus
muchachos, también yo le responderé: íno puedo!
Aún se atrevió don Bosco a replicar:
-Tengo en casa el ejercicio de la buena muerte,
debo confesar a todos los jóvenes, si usted
tuviese la bondad...
-No, no, concluyó imperiosamente la Duquesa.
Entonces don Bosco agachó la cabeza y
respondió:
-Si es así, iré.
Por la mañana del miércoles 31, don Bosco llamó
al caballero Oreglia y a don Víctor Alasonatti, ya
enterados de su salida a Borgo, y les dijo:
-Me voy de paseo por tres días. Puedo irme? Hay
alguno en la enfermería?
-Vaya tranquilamente, no temenos enfermos. La
enfermería está desierta.
Don Bosco partió.
Era, pues, el miércoles 31 de diciembre.
Alberto se encontraba muy bien, estaba alegre.
Pero, hallándose en el dormitorio recibió una
carta de un amigo suyo seminarista que había
salido el año anterior del Oratorio, y que se
llamaba Moisio, el cual le escribía: <>. Alberto
leyó la carta a los compañeros, diciendo:
-Voy a escribirle que estoy muerto.
Y así lo hizo: escribió y mandó la carta al
correo. Todos los compañeros se reían. Estaba
tranquilo; después de comer fue de paseo con los
demás, fue a cenar, fue a clase de canto. A la
hora de la merienda, encargado como era de ir a
buscar el pan para repartirlo a los jóvenes,
((**It7.350**)) como lo
encontrara reciente, comió una gran cantidad con
pescado salado y encima bebió mucha agua. Tocaron
para las oraciones de la noche. Acudió a ellas con
los demás, pero hacia el término de éstas, sintió
un malestar que le dejó sin fuerzas. Colocáronle
en una cama y, apenas acostado, le sobrevinieron
atroces
(**Es7.301**))
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