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Deus dederit (si Dios quisiera), el clérigo
Provera le preguntó si contaba ya con alguna
persona externa y de mérito para unirse a sus
colaboradores y a la Congregación. Don Bosco
respondió que el Señor lo haría todo por medio de
los jóvenes que habían sido alumnos del Oratorio y
en tanto nos contó (y lo hemos descrito
ampliamente a su tiempo) cómo él, estando todavía
en el Refugio, había visto una casa fabricada en
la misma forma que la actual y sobre ella escrito
con caracteres cubitales: Hic nomen meum. Hinc
inde exibit gloria mea. (Aquí está mi nombre. De
aquí saldrá mi gloria).
>>Al preguntarle nosotros de quién eran
aquellas palabras, nos contestó que del Señor, y
que él ya las habría hecho escribir sobre esta
casa, si no fuese por no dar ocasión a alguno a
tildarnos de soberbios. De estas palabras procedía
aquella su constancia, que él llamaba testarudez,
por la cual, aunque se viera abandonado por todos,
puesto en ridículo, hasta por los más íntimos
amigos, jamás cedió. Finalmente, que el Señor le
había concedido aquella casa que había visto, que
es la actual.
>>Nos contó así mismo las luchas sostenidas:
cómo los mismos que un día habían sido
colaboradores para reunir a los muchachos hicieron
después lo posible para quitárselos; cómo lo
habían conseguido, pues de los quinientos y más
jóvenes que tenía en los días festivos, no le
quedaron más que siete u ocho; estas luchas habían
empezado en 1848, cuando don Bosco no quiso de
ninguna manera participar con sus muchachos en
ciertas fiestas denominadas nacionales.
>>En aquellos tiempos hubo alguno de sus
colaboradores que acompañó a dichas fiestas a los
muchachos del Oratorio de Puerta Nueva, y don
Bosco le hizo saber cómo quería que la casa
tuviese un solo ideario; que se cumpliesen sus
órdenes, y que no necesitaba ((**It7.336**)) de su
ayuda, ya que las habían transgredido de aquel
modo. De aquí las oposiciones, las calumnias, y
toda suerte de villanías sobre su conducta, la más
suave de las cuales era decir que don Bosco estaba
medio loco>>.
Don Bosco repetía a menudo que el Señor
llevaría todo a cabo por medio de los jóvenes que
habían sido formados en el Oratorio.
El había continuado sus conferencias a los
hermanos de la Pía Sociedad. Don Pablo Albera
recuerda una de aquellos tiempos que produjo
profundo efecto entre los reunidos. Narró que
había tenido un sueño en el cual le pareció verse
rodeado de jóvenes y sacerdotes. Habiéndoles hecho
la propuesta de escalar una alta montaña poco
distante, todos condescendieron. En la cumbre
estaban preparadas
(**Es7.289**))
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