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Pomposamente sentado en un gran sillón, el
Delegado ordenó al pobre sacerdote que se colocara
de pie ante él. Luego comenzó así:
-Así que... Así que tengo el honor de que esté
ante mí un famoso jesuita, qué digo, el maestro de
los jesuitas.
Y con ello quería decir que don Bosco era un
enemigo de las modernas instituciones.
Después de este preámbulo, prosiguió hablando
largo espacio de sacerdotes y frailes, del Papa,
de don Bosco, de sus escuelas y sus libros, y lo
hacía con tanta acritud y usaba tales términos que
habría hecho perder la paciencia al mismo Job. Don
Bosco, recordando tal vez las palabras de
Jesucristo con las que exhortaba a sus seguidores
a gozar ante los insultos que se recibieran por su
amor, recogía aquella tempestad de improperios con
ánimo sereno y dulce sonrisa en los labios. La
digna actitud de don Bosco, tan opuesta a la suya,
excitó los nervios de Selmi, que clavándole en el
semblante dos ojos como brasas, le dijo
furiosamente:
-Cómo? Con que yo deliro de rabia y usted se
ríe de mí?
-Señor Comendador, respondió don Bosco, yo no
me río por desprecio de usted, sino porque habla
de cosas que no se refieren a mi.
-Pues qué? No es usted don Bosco?
-Sí, lo soy.
-No es usted el Director de las Escuelas de
Valdocco?
-Ciertamente lo soy.
-No es usted don Bosco, el famoso jesuita lleno
de jesuitismo?
-No le entiendo.
-Acaso es un imbécil?
-Dejo a Vuestra Señoría el juzgar. Pero si yo
quisiese usar los mismos términos, tendría materia
y razones suficientes ((**It7.322**)) donde
inspirarme; pero mi condición de honrado
ciudadano, el respeto debido a todas las
autoridades, la necesidad de atender a centenares
de pobres huérfanos me aconsejan callar; más aún,
a tomar todo con indiferencia y suplicar a V.S.
tenga la bondad de escucharme.
Estas palabras, que destilaban el perfume de
una paciencia y caridad admirables, calmaron un
poco el ánimo exaltado del Delegado, que,
adoptando mejores sentimientos, empezó a decir:
-Qué son entonces estas sus escuelas para las
que pide ayuda?
-Son una agrupación de muchachos pobres,
procedentes de diversas partes de Italia y de
otras naciones, encaminados unos a los estudios y
otros a un arte u oficio, con que poder ganarse
algún día honradamente el pan.
(**Es7.278**))
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