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((**Es7.276**) como Regentes y se les conceda la facultad de presentarse al examen en la sección de Letras de esta Regia Universidad. Ellos han cursado regularmente sus estudios de bachillerato y universitarios, y a juicio de sus profesores están preparados para sufrir el examen, al que piden ser admitidos. Este es el favor que pido a Su Excelencia, favor que será un verdadero estímulo y en cierto modo una compensación para estos beneméritos maestros, y al mismo tiempo un nuevo beneficio, que con gratitud recordará esta casa, que solamente se sostiene gracias a la beneficencia privada y pública. Que Dios derrame sus abundantes bendiciones sobre Su Excelencia y sobre todos los que trabajan por la educación e instrucción de la juventud, mientras tengo el alto honor de poderme profesar, con la más sincera gratitud, De Su Excelencia. Turín, 11 de noviembre de 1862. Seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. ((**It7.319**)) Su carta no recibió contestación. Intentó entonces obtener una audiencia con el Ministro de Instrucción Pública, profesor Carlos Matteucci, Senador del Reino, mas no la consiguió. Uno de aquellos días se le oyó a don Bosco hacer esta verídica observación: -El Oratorio de San Francisco de Sales nació a bastonazos, creció a palos y en medio de golpes prosigue su vida. En efecto, con ocasión de los malos tratos y los cañazos del sacristán de San Francisco de Asís en Turín a un pobre muchacho, inició don Bosco la obra de los Oratorios en favor de la juventud abandonada y en peligro. Cuando esta misma obra, gracias a su solicitud y a la caridad de los biehechores se iba desarrollando, fue combatida y perseguida por personas privadas y públicas hasta el punto de que, como ya hemos referido, estuvo en un tris de extinguirse. De entonces acá, a intervalos más o menos cortos, no le faltaron asaltos ni otros adversarios más audaces y poderosos. Pero don Bosco solía decir a algunos de los suyos, desanimados frente a tantas dificultades y persecuciones: -No dudemos por nada; he experimentado que cuanto más me faltan los apoyos humanos, tanto más pone Dios el suyo. Otras veces decía: -En las pruebas más duras se requiere gran fe en Dios. A menudo repetía esta invocación: -Si la obra es vuestra, Señor, Vos la sostendréis; si la obra es mía, estoy contento con que se desmorone. Mientras tanto, el 1 de diciembre anunciaba Rattazzi a la Cámara (**Es7.276**))
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