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El Delegado se conformó con la promesa de que
don Bosco procuraría ponerse de acuerdo con las
leyes. No consta que ninguno de los dos ministros
de Instrucción Pública, que durante aquel año
estuvieron al frente del mismo, Mancini primero y
Matteucci después, pensaran en tomar medidas
odiosas contra el Oratorio. Quizá Urbano Rattazzi,
Presidente del Ministerio desde el 4 de marzo, con
la cartera de Asuntos Exteriores y de Gobernación,
había hecho valer en el Consejo su opinión
favorable a la obra de don Bosco.
Este no tuvo, pues, que sufrir ninguna molestia
durante el curso escolar 1861-62. Mas, previendo
que las leyes de Instrucción Pública le podrían
poner de un momento a otro ((**It7.306**)) en
grandes apuros, ya había dispuesto que algunos
clérigos estudiasen las materias necesarias para
la enseñanza del bachillerato y para alcanzar el
diploma correspondiente.
Había ya mandado sacar la licenciatura a los
clérigos Celestino Durando y Juan Bautista Anfossi
en julio de 1857 y al clérigo Francisco Cerruti en
1859, a los que presentó, a continuación, como
oyentes en la Universidad Real de Turín. Don Juan
Bautista Francesia ya la frecuentaba desde hacía
algún tiempo. Eran profesores: de literatura
latina el profesor Tomás Vallauri, de literatura
italiana Miguel Coppino y de literatura griega
Bartolomé Prieri. Los clérigos de don Bosco,
habiendo sido preguntados públicamente sobre
varios temas de las materias enseñadas, habían
dado siempre una buena prueba de su
aprovechamiento. Los profesores les habían
entregado satisfechos los certificados de
asistencia.
Estaba decidido que también durante el curso
1862-63, continuarían asistiendo a la Universidad
como oyentes y, digámoslo enseguida, también este
año académico debía servirles para su provecho en
los estudios y para un gran aprecio por parte del
profesorado. Pero don Bosco necesitaba que estos
sus colaboradores tuviesen más tiempo para
ocuparse de los clásicos de las tres literaturas y
en consecuencia escribía sobre ello al canónigo
Vogliotti, Rector del Seminario y Provicario. Al
mismo tiempo pedía varios permisos y favores para
los clérigos y para otros jóvenes aspirantes al
estado eclesiástico.
Ilustrísimo y Muy Reverendo Señor:
Hubiera querido ir a hablarle personalmente
porque tengo mil cosas que exponerle, pero no me
fue posible en estos días. Se lo diré todo aquí,
brevemente. Diga usted sí o no, tal y como le
parezca para mayor gloria de Dios.
1.° Los clérigos Durando, Anfossi y Cerruti
(juntamente con don Juan Bautista
(**Es7.265**))
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