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de diciembre de 1855. Era un Instituto secular,
cuyas asociadas, aun permaneciendo en sus casas,
en medio del mundo, por cuanto les fuera posible,
debían buscar los medios más oportunos para
alcanzar la perfección cristiana y ejercitar su
celo para la salvación eterna de las personas en
medio de las cuales tenían que vivir.
La pía unión estaba fundada con la intención de
suplir la imposibilidad de muchas doncellas para
ser admitidas en los Institutos religiosos por
falta de dote o por otros impedimentos personales
o familiares. Solamente debían inscribirse en ella
las doncellas deseosas de alcanzar la perfección
cristiana con la práctica de los tres consejos
evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, mas
sin hacer votos y sin adquirir ninguna obligación
de conciencia, faltando a la cual no pudieran
cometer ni siquiera pecado venial. La pía unión
tenía un reglamento sencillo, que comprende los
deberes de las doncellas para alcanzar su doble
fin; las normas para sus reuniones, que debían ser
privadas a manera de conversaciones espirituales;
y el sistema de vida que debían llevar. El 20 de
mayo de 1857, monseñor Modesto Contratto, obispo
de Acqui, otorgaba su pleno consentimiento a la
piadosa asociación y aprobaba sus Capítulos. Esta
se propagó con tal rapidez que en 1862 estaba
establecida por casi todas las provincias de
Italia 1.
Don Domingo Pestarino había encomendado a la
fundadora el cuidado de toda la juventud femenina
de Mornese, que le quería y obedecía lo mismo que
los jóvenes. Era incansable para predicar y
confesar, lo mismo de día que de noche. Sucedióle
en alguna ocasión ((**It7.297**)) que se
pasó quince horas seguidas en el confesonario.
Quería a todos, hacía el bien a todos, y era
enormemente querido por todos. En verdad podía ser
llamado el verdadero amigo del pueblo. Sus
paisanos le eligieron en varias ocasiones concejal
del Ayuntamiento. Y él correspondió a su confianza
promoviendo sin cesar el bienestar espiritual y
material. Y esto no fue sólo con los habitantes de
Mornese: hasta en los pueblos vecinos no se tomaba
decisión alguna de importancia, sin contar con don
Domingo.
Así era don Domingo Pestarino, el cual,
habiendo oído hablar de don Bosco, se empeñó en
conocerle. Pero antes de partir para Turín, fue al
Santuario de la Virgen de la Rochette en compañía
del teólogo Ramón Olivieri, arcipreste de Lerma,
que era quien le había sugerido aquella
peregrinación para pedir a la Madre celestial que
le
1 Vida e Institución de Santa Angela de Merici,
por José Frassinetti, Prior de Santa Sabina en
Génova. Tipografía Salesiana. Turín. Véanse
también las obras del mismo autor: Rosa Cordone,
Rosina Pedemonte, La monja en casa.
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