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era el fruto de sus ahorros. Estaba sumamente
contenta porque su hijito era asistido desde hacía
algunos años por los socios de la Conferencia, y
muy satisfecha de que correspondiera y progresara
en la virtud. Por eso agradecida al Oratorio por
los cuidados prestados a su hijo, se creyó en el
deber de no mirar a privaciones, a fin de poder
también ella concurrir para honrar a la Virgen. No
quería aceptar su ofrecimiento, pero tanto suplicó
al Director ((**It7.15**)) que éste
tuvo que recibirlo; tan sólo mostró deseo de que
se emplease para poner una corona a la estatua de
María, en lo que fue prontamente atendida, ya que,
añadiendo otra pequeña cantidad a la ofrecida por
ella, se pudo comprar una, ciertamente modesta,
pero discreta y bella para adornar regiamente la
cabeza de la Virgen Inmaculada, precisamente el
día de a Inmaculada Concepción.
Ahora, con temor de haber tal vez aburrido a
esta respetable audiencia, terminaré este informe
exteriorizando nuestro vivo deseo y necesidad de
que otros recen por nosotros. Y aprovechando esta
favorable ocasión, nos encomendamos a los socios
de la Conferencia de San Francisco de Sales, a los
de la Conferencia de San José, a todos estos
respetabilísimos señores, que se han dignado
honrarnos con su presencia, y que con sus
luminosos ejemplos, nos sirven de modelo para bien
obrar y nos impulsan a practicar la caridad, y les
recomendamos calurosamente que recen por nosotros
a san Vicente de Paúl, a fin de que nos envíe un
número mayor de socios y a todos nos colme de un
santo celo para atender a las urgentes necesidades
espirituales que se manifiestan en la juventud de
aquella barriada de Turín que nuestra Conferencia
tiene especialmente recomendada.
Y, confiados en que nuestro deseo sea
escuchado, os auguramos a todos vosotros las
bendiciones del Señor y la asistencia de la
bienaventurada Virgen María en cuantas obras
emprendáis para santificación vuestra y de los
demás(**Es7.25**))
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