((**Es7.248**)
<>Al terminar las oraciones de costumbre, don
Bosco que estaba arrodillado en la grada del
altar, se levantó, se volvió a nosotros y dijo con
voz clara;
>>-Recemos por uno de los nuestros que se
encuentra gravemente en el Oratorio.
>>A la mañana siguiente nos enteramos de un
suceso que nos asombró. Eran las diez de la noche,
cuando don Bosco encomendó a nuestras oraciones el
moribundo. De noche los carteros no reparten el
correo. En Vignale no había telégrafos. Pues bien,
a pesar de eso, a la mañana siguiente, a las
cinco, reunidos todos en la capilla para las
oraciones, don Bosco, antes de revestirse para
celebrar la misa, volvióse como la noche anterior
y nos dijo:
>>-Recemos un De profundis por el alma del
muchacho que murió esta noche en el Oratorio.
>>Al día siguiente, esto es el martes, llegaba
una carta de don Víctor Alasonatti en la que
contaba la muerte sucedida durante la noche
señalada. Garantizo la precisión del hecho, que
nunca he podido olvidar, de tanto como me
impresionó. También monseñor Cagliero y otros de
los que estuvieron en el paseo se acuerdan de ello
y darán testimonio conmigo.>>
((**It7.285**)) Leemos
en las páginas necrológicas del Oratorio: <<12 de
octubre de 1862: muere de repente Rosario
Papalardo, natural de Giarre, provincia de
Catania>>. Era un muchacho de diez años, gordo,
rubio, bajito de estatura que vestía uniforme de
artillero. Tal lo describe José Sandrone, conocido
y compañero suyo, el cual estuvo presente a la
profecía de don Bosco y confirma el maravilloso
caso. Se había acostado aquella noche sano y
despabilado y amaneció muerto en la cama.
El día 13 de octubre, después de comer, se dio
permiso a los muchachos organizados en pequeños
grupos para visitar los alrededores de Vignale. El
14, fueron todos con don Bosco a Casorzo,
invitados por el párroco, don Félix Bova, hombre
celosísimo, el cual los recibió con una
benevolencia y generosidad inimaginables.
Alegraron a la población con cantos, música y una
representación teatral. Don Bosco tuvo ocasión de
ejercitar su celo no sólo en favor de los
muchachos, y de toda suerte de personas, sino
también en favor de los sacerdotes.
Estaba ya a punto de salir de Casorzo cuando se
le presentó con
(**Es7.248**))
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