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saludado con un aplauso general. Los ojos de todos
se clavaron en don Bosco:
-Entonces salimos?
Reflexionó un momento don Bosco y luego,
sonriendo, dijo:
-Tengo unos soldados valientes: sin miedo; íen
marcha!
-íViva don Bosco! gritaron; íempiece la música!
Y se echaron a andar. A las once llegaban a
Castelnuovo.
El teólogo Cinzano, lleno de alegría, había
preparado espléndidamente las mesas y, acabada la
comida, los viajeros emprendieron el camino hacia
Villa San Secondo. Durante aquel tiempo había
llovido y el cielo estaba amenazador. Por lo cual
algunos alumnos, de constitución más débil,
recibieron orden de quedarse en Castelnuovo y
volver después a Morialdo.
En esto que se vió a don Bosco montado en un
tílburi, al que le había hecho subir un buen señor
para que no fuera a pie por aquellos caminos
fangosos. Los muchachos se apartaron a los lados
para dejarlo pasar, entre vítores y aplausos: él
saludándoles y agitando el sombrero les decía:
-Os adelanto para ir a preparar la cena.
Aquellos buenos muchachos siguieron camino de
la meta. Volvió el sol a alegrarles, pero, una vez
pasado Mondonio comenzó a llover a cántaros. La
lluvia duró varias horas. El camino se convirtió
en un arroyo y el barro arcilloso hacía difícil la
marcha, ya que se pegaba fuertemente a los
zapatos; pero a pesar de ello aquellos valientes
muchachos llegaron a Piea ya de noche; temían
perder el camino, si seguían hacia Villa San
Secondo en medio de aquella oscuridad.
-Qué hacemos ahora?, preguntaron algunos.
-Oíd, dijo un sacerdote, al que don Bosco había
dado las instrucciones necesarias por si acaso:
Piea es un pueblo ((**It7.278**)) que
conocemos. Vayamos al Castillo a pedir hospedaje.
-Vamos, respondieron todos.
El castillo está colocado en la cima de una
colina caliza, así que la subida resbaladiza y
empinada fue lenta y pesada y causa de más de una
voltereta. Pero de repente se oyeron voces amigas
que invitaban a subir: desde la puerta, abierta de
par en par, gritaban los criados a los muchachos:
-Don Bosco os espera.
Había llegado una hora antes, anunciando al
caballero Gonella la visita de sus alumnos.
El Caballero los recibió con alegría y, junto
con su familia, preparó
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