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A partir de entonces don Bosco no me llamó para
afeitarle, como solía hacer cada semana. Dos meses
más tarde me hizo llamar para ello, sin decirme
una sola palabra. Yo sufría, pero aún no había
pensado reparar mi error pidiéndole perdón.
Llegó el otoño y el momento de la gran
excursión, en la que yo había tomado parte los
años anteriores, como miembro de la banda y de la
compañía teatral. José Buzzetti presentó a don
Bosco la lista de los que parecían merecer ser
distinguidos. Don Bosco la examinó, vio mi nombre
y lo tachó.
La víspera de la partida hacia Castelnuovo se
leyeron por la noche, según costumbre, los nombres
de los que debían acompañar a don Bosco; pero no
se oyó el mío, que todos esperaban oír. No se
puede imaginar cómo quedé yo al verme excluido,
sobre todo cuando supe por Buzzetti que don Bosco
mismo me había tachado. Era la primera vez que me
sucedía esto. Pero don Bosco no dijo la razón de
mi exclusión y ninguno lo supo. Yo tuve que
quedarme en el Oratorio.
Partieron los felices excursionistas en
compañía de José Buzzetti, Andrés Pelazza, Carlos
Gastini y algunos Superiores y cuando don Bosco
llegó al primer pueblo, quizás Chieri, encargó a
un amigo mío que me escribiera una carta en su
nombre en estos términos: <((**It7.275**)) don
Bosco sigue siendo siempre tu amigo, te aprecia
mucho y no busca más que la salvación de tu alma.
Lo que he hecho es para que aprendas a hablar.
Acuérdate de que no hay que responder nunca con
insolencia a tus Superiores. Ruega por mí, que te
encomiendo todos los días en la santa misa. Que
sigas alegre>>. Esta carta calmó algo mi dolor,
pero continuaba diciéndome:
-íPero cómo he podido tratar así a un padre tan
bueno!
El 2 de octubre llegaba don Bosco a I Becchi;
el 5 celebraba la fiesta del Santo Rosario y
escribía al caballero Oreglia a quien había
invitado para ir a I Becchi:
Muy querido Señor Caballero:
La invitación que le he hecho sólo valía para
el caso en que las circunstancias se lo
permitieran; pero, dado cuanto me expone, siga su
trabajo con nuestro querido Suttil.
Los no comprendidos en la excursión, clérigos o
no, que no se inquieten: hacían falta en casa o
existía algún motivo para disponerlo así.
Mientras escribo llega Suttil, así que usted se
las arregle como pueda.
Dios le ayude a perseverar en el bien obrar, y
créame.
Castelnuovo, 5 de octubre de 1862
Su
afectísimo en Jesucristo.
JUAN BOSCO, Pbro.
Por la tarde, antes de la bendición con el
Santísimo Sacramento, don Juan Cagliero predicó
ante una multitud de sus paisanos, las glorias del
Santo Rosario, sobre un púlpito improvisado en el
patio de delante de la casa paterna de don Bosco.
Al llegar a cierto punto de su popular sermón
lleno de vida, dijo que aquella colina debía ser
contemplada por todos con amor y que
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