((**Es7.221**)
<>Recordad que la historia es una terrible y
gran maestra del hombre. Maestra terrible, porque
expone las acciones de los hombres tal y como se
realizaron, sin miramiento alguno a la dignidad,
grandeza y riqueza de aquéllos a quienes se
refieren. Hecha una acción, la historia tiene
derecho a exponerla, aprobarla o condenarla, según
lo merezca. Por esto, debemos temer mucho lo que
otros puedan ((**It7.252**)) decir
acerca de nuestras obras y vivir de modo que los
hombres se vean obligados a hablar bien de
nosotros.
>>La historia es también una gran maestra que
enseña. Enseña cómo se ha amado la virtud en todo
tiempo y cómo siempre fueron venerados los que la
practicaron; por el contrario, siempre fue
condenado el vicio y fueron menospreciados los
viciosos. Esto debe servirnos de estímulo para
huir constantemente del vicio y ejercitar la
virtud.
>>Finalmente, quede profundamente enraizada en
vuestro espíritu la idea de que la religión fue
considerada en todo tiempo como sostén de la
sociedad humana y de la familia y que, donde no
hay religión, no existe más que inmoralidad y
desorden; y que por eso nos debemos afanar para
promoverla, amarla y hacerla amar por nuestros
semejantes y librarnos cautelosamente de quienes
no la honran o la desprecian.
>>Jesucristo, nuestro Salvador, fundó su
Iglesia y únicamente en esta Iglesia se conserva
la auténtica religión. Esta religión es la
católica, única verdadera, única santa, fuera de
la cual nadie puede salvarse.
>>Amemos, por tanto, esta religión, lo repito,
y practiquémosla: amémosla con firmeza creyendo y
practiquémosla observando sus preceptos. Y porque
tenemos un solo Dios, una sola fe y una sola
religión, unámonos también nosotros en un solo
vínculo de fe y de caridad para ayudarnos en las
necesidades de la vida presente; y así,
confortados mutuamente en cuerpo y espíritu,
podamos llegar un día a reinar eternamente con
Dios en la patria de los bienaventurados del
cielo.>>
(**Es7.221**))
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