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de agosto y él aceptó de buen gana y contestó a
una carta de la marquesita Acelia, que le había
escrito por orden de la madre:
Amadísima en Jesús y María:
Ya estoy de acuerdo con el canónigo Galletti
para ir a Montemagno a honrar a María.
Necesitamos solamente saber:
1.° Cuándo se comienza y cuántas son las
pláticas.
((**It7.247**)) 2.° Si
es costumbre predicar en italiano o en piamontés.
Mucho le agradezco las preciosas noticias que
me da; siento no poder escribir más. Le recomiendo
solamente que sea el consuelo de papá y mamá y un
modelo para Manuel, con su conducta verdaderamente
cristiana. El enemigo de las almas querrá también
ponerla a prueba; mas no tema, obedezca y ponga su
esperanza en Jesús Sacramentado y en María
Inmaculada.
La bendición del Señor para usted, papá y mamá
y para mi gran amigo Manuel. Rueguen por mí, que
me profeso de todos.
Turín, 15 de agosto de 1862.
Seguro
servidor
JUAN
BOSCO, Pbro.
Y enviaba a la Marquesa la siguiente carta:
Benemérita Señora Marquesa:
Todo de acuerdo con la suya. Pero tenga la
bondad de aclararnos:
Si saliendo de aquí a las once del día 6 de
septiembre, llegaremos aún a tiempo para la
plática de aquella tarde.
Si el párroco cree oportuno que el domingo y el
lunes haya tres sermones.
Si el párroco prefiere que se predique en
italiano o en piamontés; por nosotros es
indiferente.
El párroco tenga la bondad de entenderse con el
Señor Vicario General para las oportunas
licencias, ya que nosotros pertenecemos a otra
diócesis.
Piense también el mismo señor párroco en los
confesores, ya que en tal ocasión hay escasez de
tiempo y de sacerdotes para atender a las
confesiones.
Que la Santísima Virgen Inmaculada nos guarde a
todos y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo
descienda abundante sobre usted, el señor Marqués
y toda su respetable familia. Mientras, con la
máxima gratitud, tengo el honor de profesarme de
V.S. Benemérita.
Turín, 29 de agosto 1862.
Su seguro
servidor
JUAN
BOSCO, Pbro.
El canónigo Eugenio Galletti y don Bosco
llegaron, pues, a Montemagno el día fijado y
comenzaron su predicación, que fue, no es menester
decirlo, rica de mies abundante, como ((**It7.248**)) cabía
esperar de la palabra de dos santos sacerdotes.
Don Luis Porta nos contó que el canónigo Galletti
parecía un serafín hablando de María.
(**Es7.217**))
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