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al Ave María y al Rosario. Recémosla devotamente
ante cualquier asalto de la tentación, seguros de
que saldremos siempre victoriosos. íBuenas noches!
Al llegar aquí séanos permitido hacer algún
comentario, ya que don Bosco no dió ninguna
interpretación a esta escena.
El peral que aparece en el sueño es el mismo al
que don Bosco niño amarrara una cuerda asegurando
el otro extremo de la misma a otro árbol poco
distante, para entretener con juegos de destreza a
sus paisanos, obligándoles de esta manera a
escuchar sus lecciones de catecismo. Nos parece
poder comparar este peral con aquel árbol del cual
se lee en <>, capítulo
II, versículo 3: Sicut malus inter ligna silvarum,
sic dilectus meus inter filios. (Como el manzano
entre los árboles silvestres, así mi Amado entre
los mozos).
El comentarista Tirino y otros renombrados
intérpretes de la Sagrada Escritura hacen notar
que el manzano representa aquí a cualquier árbol
((**It7.240**)) frutal.
Dicha planta, productora de una sombra agradable y
salutífera, es símbolo de Jesucristo, de su cruz,
de la virtud de la cual dimana la eficacia de la
oración y la seguridad de la victoria. Será éste
el motivo por el que un extremo de la cuerda,
fatal para la serpiente, fue atada al peral? Y la
otra punta, amarrada al enrejado de la ventana,
podría simbolizar que al morador de aquella casa y
a sus hijos les había sido confiada la misión de
propagar el Rosario por todas partes.
Así parece que lo comprendió don Bosco.
En I Becchi instituyó la fiesta anual del Santo
Rosario; quiso que los alumnos de sus casas
rezasen todos los días la tercera parte del mismo;
en sus pláticas y mediante la publicación de
numerosos folletos, procuró resucitar esta
devoción en el seno de la familia. Defendía
siempre que el Rosario era una arma capaz de
proporcionar la victoria, no sólo a los
individuos, sino a toda la Iglesia. Por eso sus
discípulos publicaron todas las encíclicas de León
XIII sobre esta oración tan del agrado de María; y
con el Boletín Salesiano animaron al cumplimiento
de los deseos del Vicario de Jesucristo 1.
1 Reverendísimo Padre (don Miguel Rúa):
A mi regreso a Roma, después del Congreso
Eucarístico de Nápoles, veo con mucho agrado que
la exhortación dirigida a los párrocos en el
Boletín Salesiano comienza a producir sus frutos.
Doy por ello las gracias a V.S. Rdma. y le aseguro
que ha realizado una obra muy grata al Santo
Padre, el cual desea muchísimo se mantengan vivas
sus encíclicas sobre el Rosario mediante la
creación de la Cofradía del mismo título.
A los sentimientos de gratitud, añado además
una súplica; y es que, de cuando en cuando,
(**Es7.210**))
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