((**Es7.179**)((**It7.201
**)) También el Sumo Pontífice quiso
dar una señal de aprobación a las empresas de don
Bosco. Armonía publicaba la noticia el martes 24
de junio.
Pío IX y la tómbola de don Bosco. El corazón de
Pío IX es el de un padre ternísimo. Todo el mundo
sabe lo necesitado de socorros que anda y, sin
embargo, acude allí donde se trate de promover una
obra de caridad o de ayudar a los pobres. En
efecto, apenas se enteró de la tómbola que se
organizaba en Turín en favor de los Oratorios de
san Francisco de Sales, san Luis y el Angel
Custodio, se ha dignado enviar, junto con sus
paternales expresiones de aliento, dos objetos
preciosos por sí mismos y por la mano de la que
proceden. Se trata de dos hermosos camafeos, con
marco de oro, exquisitamente labrados sobre
magnesita, colocados en elegantes estuches, y que
representan a San Pedro uno y a San Pablo el otro.
Queremos esperar, o más bien, creer que la piedad
de muchos buenos católicos, que leerán nuestras
páginas, aguijoneada por tan noble ejemplo, tendrá
a gala y querrá verse colocada junto a los regalos
del Padre común de todos los fieles repartiéndose
de este modo los sentimientos y las obras.
Y como nacieran dudas entre los compradores de
boletos sobre el valor de éstos, escribió don
Bosco la siguiente circular que pasó a la
imprenta:
Sin embargo, deseando darle un pequeño testimonio
de mi cariño por ese Oratorio, le incluyo un giro
postal de veinte liras, pero al mismo tiempo le
devuelvo los ciento veinticinco boletos, de los
que puede disponer libremente; no he intentado
ponerlos a la venta aquí por la confluencia de
asociaciones.
No me queda más que congratularme con usted por
la incansable caridad que despliega en favor de
una porción tan elegida de la grey de Jesucrito
como es la juventud, y augurarle los más
abundantes frutos por sus apostólicos trabajos,
mientras con verdadero y distinguido aprecio tengo
el gusto de profesarme.
Ferrara, 7 de junio de 1862
Afectísimo
seguro servidor
Card.
VANNICELLI, Arzbpo.
Reverendísimo Señor:
No me canso de alabar y admirar el espíritu de
verdadera caridad cristiana que le inflama para
dar gloria a Dios y ayudar al prójimo. Le
agradezco que en su especial obra de caridad de
socorrer a los jovencitos abandonados, haya
pensado en recurrir a mí, invitándome a ofrecer
algún regalo para la tómbola que usted ha
organizado en favor de su caritativo Instituto. Le
envío dos medallas de plata con la efigie de
nuestro venerado Pontífice Pío IX, encerradas en
un estuche. Es un mezquino regalo y siento no
poder corresponder como yo querría; pero acéptelo
como prenda de mi buen querer y como signo de mi
gran simpatía por la Obra que usted dirige, y del
profundo aprecio, con que me es grato profesarme,
De V.S. Reverendísima.
Roma, 23 de junio de 1862.
Su atento y
seguro servidor
P. Card. MARINI
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