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((**Es7.163**) después de dar las buenas noches a don Bosco, pasaban a dárselas también a él. Durante el recreo de después de vísperas, rodearon a don Bosco muchos jóvenes, clérigos y sacerdotes. Ya hemos hecho mención, en otra parte, de los interesantes diálogos familiares que se desarrollaban en estas ocasiones. Los alumnos siempre tenían preguntas que hacer y que se sucedían sin ningún nexo lógico, sino conforme a las ideas que bullían en la mente de quien preguntaba; a veces, meditadas hacía tiempo y a la espera de una oportunidad para exponerlas al siervo de Dios. Eran una prueba de que no olvidaban ninguna de sus palabras, de modo que él no podía arriesgarse a ser pillado en error, lo que, por otro lado, su propia conciencia le habría vedado. Las preguntas eran tan espontáneas como la libertad y la confianza concedidas por un padre amantísimo. Por consiguiente los muchachos, después de haber comentado la simpática fiesta de poco antes, comenzaron a proponer su duda sobre una predicción de don Bosco del año pasado, porque estaban seguros del cumplimiento de todas las anunciadas durante ((**It7.182**)) el año. Y pusiéronle a prueba recordándole la pregunta del 10 de septiembre de 1861. La crónica de Ruffino nos cuenta por extenso la desordenada conversación: <>-Recuerda usted que el día 3 de junio del año pasado, con ocasión del ejercicio de la buena muerte, dijo que uno de nosotros no volvería a hacerlo otra vez? Cómo se ha cumplido su anuncio? Nosotros no nos hemos dado cuenta. >>Don Bosco respondió: >>-Aquél no hizo el ejercicio de la buena muerte, yo no tuve más noticias suyas; pero estoy esperando a ver en qué irá a acabar. Después te lo diré todo. >>Habló con seriedad; pero concluyó bromeando y sonriendo: >>-Y si no se cumpliese, qué importa? >>Rieron los muchachos, trataron otros temas diversos hasta que uno de los mayores preguntó: >>-Permite usted, don Bosco? >>-Habla, di lo que quieras. >>-A nuestro pobre entender, nos parece que, a veces, la elección de nuestra vocación no es totalmente libre, o que al menos hay alguna presión moral; por ejemplo: su sobrino Luis no se sintió llamado al estado eclesiástico y fue obligado a trabajar en el campo, sin (**Es7.163**))
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