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encerrarlo en un sobre y abrirlo solamente
transcurrido el tiempo fijado. A los ruegos de los
jóvenes, don Miguel Rúa agregó los suyos y
entonces don Bosco no supo negarse. Escribió el
nombre, lo cerró en un sobre sellado y lo entregó
a Fernando Imoda, hombre de confianza para guardar
secretos. No pasó mucho tiempo y Marchisio cayó
enfermo. En abril murieron Fornasio y Maestro en
extraordinarias circunstancias; pero no se abrió
el papel de don Bosco. Mas, tan pronto como se
supo la muerte de Marchisio, corrieron los alumnos
a Imoda para que abriese el misterioso sobre. Se
hizo en presencia de don Miguel Rúa. En el papel
apareció escrito por mano de don Bosco:
Marchisio>>.
Volvamos a la crónica de Bonetti.
<<24 de mayo. Don Bosco comunica aquella noche,
con inmensa alegría, la prodigiosa aparición de
una imagen de María en las cercanías de Spoleto>>.
Existe en la extensa llanura sobre la cima de
una pequeña colina una columna con un nicho, en el
cual fue pintada al fresco en 1570 una imagen de
la Santísima Virgen en actitud de abrazar al niño
Jesús. Todavía se conserva un trozo de muro, por
lo que se ve existió allí, en tiempos antiguos,
una iglesia. Aquel lugar, totalmente olvidado, se
había reducido a una cueva de reptiles y
particularmente de culebras.
Un buen día de aquel año, un niño llamado
Enrique, que aún no había cumplido los cinco años,
estaba jugando por entre aquellas ruinas cuando
oyó que le llamaban por su nombre. Volvió en días
sucesivos por aquel lugar y oyó varias veces una
voz dulcísima que repetía:
-íEnrique, Enrique!
Perdióle un día su madre y por más que le
buscaba no daba con él hasta que finalmente lo
halló entre las ruinas de la iglesia junto a la
columna. El niño ya le había hablado de la voz que
había escuchado y de una Señora que se le había
aparecido, mas no sabía explicar de qué modo la
había visto. Se comentó entre los aldeanos lo que
decía Enrique, pero no le dieron el crédito y la
importancia
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