((**Es7.145**)
>>-Me viene ahora un pensamiento que me veo
obligado a descubriros. Quién sabe si no tendremos
que celebrar durante este mes un funeral?...
íEstaremos a la espera!
>>Y volvió al primer tema, dejándonos a todos
estupefactos por su desacostumbrado modo de
hablar>>.
<<6 de mayo. Resulta imposible explicar el gran
afecto que don Bosco siente por la Santa Sede y
por el Papa. Hacía observar hoy a sus muchachos
cómo el Papa Pío IX, aunque preocupado por los
asuntos de todo el mundo, dirigía con frecuencia
su pensamiento y sus solicitudes a los pobrecitos
muchachos del Oratorio, escondidos en un rincón de
Turín, enviándoles su apostólica bendición y
colmándoles con toda clase de favores. Aprovechó
la ocasión para estimularles a amarlo y no tanto
como a Pío IX, sino más bien como a Papa,
establecido por Jesucristo sobre la Iglesia.
Concluyó diciendo:
>>-Quisiera que Pío IX ((**It7.160**)) tuviese
en cada alumno del Oratorio un ardoroso defensor
en cualquier rincón de la tierra donde se
encuentre.
>>Unos días después, hablaba a los miembros de
su Congregación, y les decía:
>>El catolicismo va perdiendo poco a poco cada
día los medios materiales para hacer el bien, el
apoyo de los Estados, y le son arrebatadas muchas
almas por la perfidia de sus enemigos. Es hora de
que nos apretemos cada vez más alrededor de Pío IX
y combatamos con él, si es preciso hasta la
muerte. Dirán los necios que ciertas ideas no son
más que un terco capricho de Pío IX; no importa:
mejor será ir al paraíso con Pío IX por semejante
capricho que caer en el infierno con todos los
encantos y grandezas del mundo>>.
<<8 de mayo. Esta noche reunió don Bosco en su
habitación, después de las oraciones, a los
sacerdotes, clérigos y jóvenes que sabe están
dispuestos a permanecer con él en el Oratorio y
formar parte de la Pía Sociedad. Empezó
describiendo cuán noble, meritoria, y divina es la
misión de los llamados a salvar almas; probó el
gran amor de Jesucristo a los niños; nos animó a
trabajar sin descanso por los jóvenes; nos hizo
presente que la mies era abundantísima y que la
divina Providencia bendeciría prodigiosamente
nuestras fatigas. Después nos propuso hacer una
prueba, uniéndonos al divino Salvador con lazos
más estrechos de amor, es decir, prometiendo a
Dios la observancia de las Reglas, haciendo voto
de pobreza, castidad y obediencia por tres años.
<(**Es7.145**))
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