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camino de la portezuela abierta en la cerca del
Oratorio. Había ante ella un ancho foso lleno de
agua corriente cubierto con un tablero.
Las orugas se deslizaron sobre él, avanzaron hacia
la pared de la capilla de San Luis, subieron por
ella, entraron por el ventanal sobre el altar y
fueron a pegarse en la cornisa y en las paredes de
dicha capilla.
Estas quedaron totalmente ennegrecidas con la
enorme cantidad de orugas muertas que las cubrían
y hubo que limpiarlas muchas veces. Todos los de
la casa estaban maravillados de la inexplicable
novedad. Pero el huerto de Berlaita quedó
enteramente limpio. Don Miguel Rúa así lo
atestigua.
Don Juan Garino nos contó:
<>.
Una distinguida señora de Turín, anota Bonetti,
expuso lo siguiente acerca de don Bosco.
<((**It7.159**)) no
viniese más a mi casa para evitar semejantes
molestias. Mientras revolvía en mi interior este
pensamiento, me dijo don Bosco de improviso:
>>-En cuanto a ese muchacho, y dijo el nombre,
llévelo a casa a fin de mes.
>>A tales palabras, quedé fuera de mí, porque
me costaba persuadirme de que hubiese leído el
pensamiento en mi mente>>.
Proseguía la Crónica de Bonetti resumiendo
alguna charla que don Bosco había dado a los
alumnos durante el mes de mayo y lo más memorable
sucedido en el Oratorio.
<>-Corred, saltad, divertíos cuanto queráis,
mas, por caridad, no cometáis pecados>>.
<<4 de mayo, domingo. Hablaba don Bosco a los
muchachos sobre cómo deseaba se hiciera el mes de
María, cuando cambió de repente de tema y dijo:
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