((**Es7.137**)
hospedó, cenamos y nos asignó una hermosa
habitación para dormir.
>>Pero ahora resulta muy importante que
recuerde la conversación sobre el fin de nuestro
viaje. Expuso don Bosco los deseos del Alcalde y
Concejales de Dogliani, y su intención de aceptar
para poder hacer el bien a la juventud, y
principalmente cultivar las vocaciones
eclesiásticas. Reconoció Monseñor que la labor de
don Bosco tendría éxito, pues conocía la marcha
del Oratorio de Valdocco, por donde pasaba siempre
que iba a Turín.
>>-Claro que, continuó, si usted, querido don
Bosco, se establece en Dogliani, en pocos años íme
vacía el Seminario Menor! Tome en su lugar la
dirección de mis Seminarios; estoy dispuesto a
confiárselos, pero, si quiere darme gusto, no vaya
a Dogliani.
>>Observó respetuosamente don Bosco que
((**It7.150**)) al
Seminario no se le seguiría ningún daño, sino que
hasta preveía lo contrario. De todos modos, como
monseñor Ghilardi insistiera en su idea, don Bosco
se echó atrás del convenio casi cerrado con la
Junta Municipal de Dogliani, y me encargó a mí que
escribiera al abogado Bruno sobre el particular.
Aún no sé si también él escribió. Este hecho
demuestra la sumisión de don Bosco, no sólo a la
voluntad, sino también a los deseos de los
Obispos, aun con perjuicio propio.
>>Yo fui testimonio de todo esto. Canónigo J.
B. ANFOSSI>>.
En efecto, don Bosco, tuvo siempre la máxima
deferencia y el mayor respeto posible a las
autoridades eclesiásticas. Cuando debía pasar por
cualquier ciudad episcopal, hacía primero una
visita al Santísimo Sacramento en cualquier
iglesia e iba inmediatamente a saludar, antes que
a nadie, al Obispo, cuya bendición imploraba
arrodillado con gran humildad, al partir, sobre sí
y sobre los suyos.
Pero esta humilde y afectuosa deferencia no
sirvió para disipar los graves disgustos que desde
algún tiempo le preocupaban y por los cuales se
había encomendado a las oraciones de sus muchachos
el 26 de mayo. Se trataba de las Lecturas
Católicas, que don Bosco había determinado
imprimir en adelante en la imprenta del Oratorio.
Para mayor claridad es conveniente volver a
relatar un poco más la historia de éstas.
Su publicación prosperaba desde el principio;
tanto que sus suscriptores pasaron de los nueve
mil, desde 1853 a 1862. Don Bosco la había ideado
y estaba persuadido de que era algo que le
pertenecía a él; pero, como se había asociado con
monseñor Moreno, Obispo de Ivrea y la había
fundado de común acuerdo con él, tuvo que
concederle la injerencia que pedían la dignidad
episcopal, la actividad, la
(**Es7.137**))
<Anterior: 7. 136><Siguiente: 7. 138>