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un lado, don Bosco se había apalabrado con el
Municipio; por otro, no quería hacer nada a
disgusto del Obispo. Creen otros que le molestaban
las cuestiones de Giaveno y hay quien asegura que
había algunos problemas relativos a la dirección
de las Lecturas Católicas.
>>Y don Bosco, sigue diciendo el canónigo
Anfossi, ansioso de difundir su obra, después de
haber contemporizado durante algún tiempo y de
haberse cruzado varias cartas, me tomó en su
compañía y salimos para Dogliani. El abogado Bruno
se consideró feliz al recibirnos; al día siguiente
se reunió la Junta Municipal y oyéronse propuestas
de una y otra parte, todas muy favorables.
Entregaban a don Bosco, después de haber hecho las
debidas reparaciones, el Colegio de Enseñanza
Primaria y Media para niños, y la Residencia;
catorce mil liras al año para el personal educador
y docente, el cual sería nombrado por don Bosco o
por el director que él hubiere designado.
>>A la mañana siguiente, mientras deliberaba la
Junta Municipal, don Bosco fue a celebrar la santa
misa en el monasterio de las dominicas, situado en
la parte alta de Dogliani.
>>Acompañóle el párroco reverendo Drochi,
famoso predicador con fama de santo: yo fui con
ellos ((**It7.149**)) para
ayudarles. Recuerdo que, después de misa, don
Bosco dio una hermosísima conferencia a las
religiosas, estableciendo una comparación entre su
monasterio y el paraíso terrenal, tal como
describen las Sagradas Escrituras y conforme a la
interpretación de los Santos Padres.
>>De vuelta en casa del abogado Bruno,
presentóse la Junta Municipal, que expuso las
condiciones con las que gustosamente entregaba a
don Bosco la Residencia y el Colegio. Después de
oírlas, añadió él unas observaciones. El Alcalde
instaba a don Bosco a que aceptase definitivamente
la dirección; pero él acabó diciendo:
>>-Acepto, mas me reservo todavía una condición
y es la de que monseñor Ghilardi, Obispo de
Mondoví, apruebe mi obra; por tanto, quiero ir
enseguida allí, para saber su parecer y obtener
consentimiento.
>>Los miembros de la Junta, admirados de la
prudencia del siervo de Dios y persuadidos de la
conveniencia de su sugerencia, consintieron.
>>Como no hubo ninguna duda más, se dispuso la
comida e inmediatamente después, salió don Bosco
hacia Mondoví. Yo fui su compañero de viaje. El
señor Obispo nos recibió muy bien: era muy grande
el aprecio en que le tenía aquel insigne y docto
Obispo; nos
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