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ocasiones, insinuándole bonitamente que no era
conveniente se introdujera demasiado en aquella
dirección, y que, en cambio, se mantuviese alejado
de ella para no hacer sombra al Rector. Don Bosco,
aunque sabía muy bien quien inspiraba aquellas
cartas, respondía pasando por alto tales
comentarios. No ignoraba él que, de acuerdo con el
Concilio de Trento, todo seminario dependía de la
autoridad diocesana, pero ésta todavía no había
osado revocar un mandato que con tanta amplitud de
poderes le había conferido a él.
Moría mientras tanto su principal apoyo, el
Arzobispo. Y algunos del clero de Giaveno,
sobornados por los descontentos, iban diciendo que
don Bosco con su predominio en el colegio, hacía
perder a la Curia el prestigio que solamente a
ella pertenecía. Escribieron en tal sentido al
canónigo Vogliotti, presentándole las cosas de un
modo que hería el amor propio. Los señores de la
Curia tomaron en consideración aquellas protestas
y, complacidos de que en Giaveno se hubiera vuelto
por el honor primero, decidieron comunicar a don
Bosco que dejase ya de ocuparse del Seminario.
Con tal motivo uno de ellos fue a Valdocco y le
dijo:
-Don Bosco, estamos muy reconocidos por lo que
ha hecho por nosotros; pero comprenderá que,
tratándose de un seminario diocesano, sería
deseable que en Giaveno hubiese una dirección
uniforme con la que está en vigencia en varios
otros seminarios nuestros.
-Y qué es lo que encuentra disconforme y le
disgusta en nuestra dirección?, observó don Bosco.
-Nos parece a nosotros que domina en él una
piedad extremada entre ((**It7.139**)) los
alumnos y demasiada frecuencia de sacramentos. Se
critica esta frecuencia como un abuso.
-Y con qué otro medio se querría sustituir a
ésta para la verdadera educación de la juventud, y
para el desarrollo y la solidez de las vocaciones
eclesiásticas?
-Parece que bastan las antiguas normas todavía
vigentes: tantas comuniones tienen un sabor
demasiado típico del sistema jesuítico.
-Jesuítico? Pues si los jesuitas encontraron
que este era el mejor medio para la educación de
la juventud, yo me pongo enseguida de su parte.
-Pero íentiéndalo!... Los tiempos en que
vivimos son tan contrarios a toda apariencia de
fanatismo religioso... Su sistema es tan diferente
del que impera para la formación de los clérigos
en todos los seminarios del Piamonte...; los
partidos adversarios nos acusan y buscan
desacreditarnos entre la población con
insinuaciones venenosas, ironías y sarcasmos por
culpa de nuevas devociones...
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