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>>-íCuán engañados están, exclamaba, los que
dicen que ajustarán sus cuentas al fin de la vida!
Pero, demos gracias al Señor que se ha dignado
llamar a la eternidad a dos compañeros, los
cuales, tenemos la seguridad de ello, se
encontraban preparados para este paso. íCuánto
mayor sería nuestro dolor si el Señor hubiese
permitido que partiesen de nuestro lado otros que
observan en casa una conducta poco satisfactoria!
>>Esta muerte fue una bendición del Señor.
Durante la mañana y la noche del sábado los
jóvenes pedían en gran número hacer la confesión
general. Don Bosco los tranquilizaba dirigiéndoles
algunas palabras.
>>Después dijo claramente:
>>-A Maestro fue al que vi en el sueño
recibiendo el papelito de manos del espectro. Lo
que me consuela grandemente es que él, como varios
aseguraron, se ((**It7.133**)) acercó
a los Sacramentos en la misma mañana del viernes,
de forma que su muerte fue repentina, pero no
imprevista.
>>En la mañana del domingo 27 de abril, fue
conducido al cementerio el cadáver de Maestro.
>>Cuando el siervo de Dios vio en el sueño al
espectro presentando el billetito a Maestro, pudo
apreciar que la escena se desarrollaba delante del
portón que conducía al huerto; desde allí el
misterioso personaje indicó al joven el ataúd
colocado debajo de dicho portalón, a pocos pasos
de distancia.
>>Cuando llegaron los empleados de pompas
fúnebres, pasando por la escalera central,
transportaron el féretro hacia el lugar en que don
Bosco había visto al espectro y a su víctima; allí
pidieron unos caballetes para colocar el ataúd,
esperando al sacerdote y a los alumnos que habían
de acompañar el cadáver al cementerio>>.
Hemos de añadir que al llegar don Juan Cagliero
y ver el féretro en aquel lugar, siendo así que,
en circunstancias análogas, la costumbre había
sido colocar el ataúd al final de los pórticos
junto a la puerta de la escalera próxima a la
iglesia, se mostró contrariado por la novedad, y
tanto más al saber que los de la funeraria habían
hecho llevar allí los caballetes que estaban
colocados con anterioridad en el lugar
tradicional. Por tanto insistió Cagliero para que
la caja fuese llevada al sitio de costumbre, pero
aquellos hombres, después de decir algunas
palabras entre dientes, no quisieron mover el
féretro de donde estaba.
En aquel instante don Bosco salía de la iglesia
y mirando conmovido la escena:
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