((**Es7.117**)
>>Agravóse el mal, le atacó a la cabeza,
privándole de la razón y del uso de la palabra, de
forma que ya no pudo volver a confesar ni a
comulgar.
>>Don Bosco fue a Borgaro para visitarlo.
Fornasio lo reconoció, quería hablarle pero no
podía; tal sentimiento se apoderó de él que
comenzó a llorar y con él toda su familia. Al día
siguiente moría.
>>Al saberse en el Oratorio la noticia de este
fallecimiento, varios clérigos preguntaron a don
Bosco si era Fornasio el que había visto en el
sueño recibiendo el papelito de manos del
espectro, y el siervo de Dios dio a entender que
no era él.
>>Con todo, muchos estaban convencidos de que
la profecía se había cumplido en la persona de
Fornasio.
>>Aquella misma noche, 16 de abril, don Bosco
dio a conocer a los alumnos la triste noticia, de
la muerte de Luis Fornasio, haciendo observar, al
mismo tiempo, que aquel acontecimiento daba a
todos una gran lección.
>>-El que tiene tiempo, no aguarde a más
adelante. No nos dejemos engañar por el demonio
con la esperanza de ajustar las cosas de nuestra
alma en punto de muerte.
>>Como le preguntasen públicamente si Fornasio
era el que debía morir, respondió que por entonces
no quería decir nada. Añadió, sin embargo, que era
costumbre en el Oratorio que los jóvenes muriesen
de dos en dos y que uno llamase al otro; que por
eso todos debían estar en guardia poniendo en
práctica el aviso del Señor de estar preparados:
Estote parati quia qua hora non putatis Filius
hominis veniet. (Estad preparados porque en el
momento que no penséis vendrá el Hijo del
Hombre)1.
((**It7.127**)) >>Al
bajar de la tribuna, dijo claramente a algún
sacerdote y a un clérigo, que no era Fornasio
quien había recibido en el sueño el billetito de
manos del espectro.
>>El 17 de abril, durante el recreo de después
de la comida, se encontraba don Bosco en el patio,
rodeado de cierto número de muchachos, que le
pidieron con interés:
>>-Díganos el nombre del que tiene que morir.
El siervo de Dios sonriendo hizo una señal con
la cabeza de que no lo diría, pero los muchachos
insistieron.
>>-Si no quiere decírnoslo a nosotros, dígaselo
al menos a don Miguel Rúa.
>>Don Bosco siguió resistiéndose.
1 Mt. XII, 40.
(**Es7.117**))
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