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((**Es7.103**) Don Bosco, para quien resultaba ventajosa la espera, remitía esta circular a los promotores. Benemérito Señor: Cumplo el deber de comunicar a V.S. que la pública exposición de la lotería confiada a su caridad, debe diferirse unos días por coincidir con otra de carácter similar inaugurada en esta ciudad. Espero, sin embargo, que en breve se podrá señalar el día y entonces me apresuraré a comunicárselo. Entre tanto, para ganar tiempo y atender a diversos cuidados y encargos que faltan por realizar, le ruego respetuosamente envíe al local destinado para la exposición, los objetos que V.S. y otras personas caritativas quisieran regalar en ayuda de esta necesidad. Como un considerable número de objetos numerados y valorados, ya fueron presentados y aprobados por el Gobierno Civil de esta ciudad, comienzo por enviarle X... boletos a fin de alcanzar algún socorro para estos Oratorios, que pasan verdaderas estrecheces. Como no se puede todavía hacer la exposición pública sólo podremos vender los boletos privadamente. ((**It7.111**)) Para su norma, frente a toda eventualidad, le notifico que los gastos que deba hacer para esta tómbola puede cobrarlos del importe que confiamos recaudar con los boletos de la misma. Reciba los augurios de todo bien del cielo, mientras con todo aprecio tengo el honor de profesarme. De vuestra Señoría Turín, abril de 1862. Su atento y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Como se ve, don Bosco no disminuía su actividad en favor de la tómbola, a pesar del gravísimo dolor que le afligía aquellos días. El 26 de marzo de 1862, moría santamente en Lyon el Arzobispo de Turín monseñor Luis Fransoni, bendiciendo a sus amigos y enemigos. El pudo repetir con San Gregorio VII: Dilexi justitiam et odivi iniquitatem; propterea morior in exilio. (Amé la justicia y odié la iniquidad; por ello muero en el exilio). El Capítulo de la Catedral de Turín elegía como Vicario Capitular al canónigo Zappata. En el Oratorio se rezó mucho por el alma del invicto y glorioso Prelado. Aunque despojado de las rentas del Obispado, había reducido tanto sus ya escasos gastos de vida, que empleaba los ahorros para alivio de los pobres y también de los Oratorios de don Bosco. Estos no olvidarán al amado pastor. Su memoria se conserva y será siempre venerada y bendita en la Pía Sociedad de San Francisco de Sales y su nombre se repetirá con aplauso en cualquier parte del mundo donde se recuerde a don Bosco. Si éste consiguió fundar sus obras, al santo Arzobispo debe atribuirse un mérito especialísimo: él fue el consejero, el defensor, el bienhechor, el padre de las mismas. (**Es7.103**))
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