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profecía. La madre aguardaba ansiosa. Don Bosco
tenía la mano derecha sobre la cabeza del niño y
lo miraba fijamente y con afecto.
-Y cuál será la suerte de este último?,
preguntó la señora.
-No sé si le gustará a la señora condesa la
suerte de este último.
-Diga tranquilamente qué le parece. Es todo una
broma:
-Pues bien, de éste haremos un excelente
sacerdote.
La noble dama palideció y, aunque en realidad
era una buena cristiana, sin embargo, como si
considerase una deshonra tener un sacerdote en su
familia, por los prejuicios del mundo, que hacen
tanta mella en el ánimo de los grandes, estrechó
contra su corazón al niño como para salvarlo de
una desgracia y, fuera de sí, exclamó:
-Mi hijo sacerdote? íAntes que abrace semejante
estado, pido a Dios que se lo lleve consigo!
Fue tan grande el doloroso estupor que hirió a
don Bosco, al oír estas palabras, que se levantó
para retirarse. La señora ((**It6.111**)) en
aquel momento de exaltación no se había dado
cuenta siquiera del grave insulto que lanzaba
contra quien estaba adornado del carácter
sacerdotal.
-Por qué quiere usted marcharse?, dijo
confundida la condesa ante el gesto de don Bosco.
-Creo, respondió él, que no tengo nada que
hacer con una persona que tiene tan ruin concepto
del estado más hermoso, más noble que pueda
existir en la tierra, y estoy seguro de que Dios
escuchará su insolente oración.
Consternada la condesa ante aquellas palabras
resueltas y aquella amenaza, balbució todavía
alguna disculpa para suavizar la injuria, pero se
concluyó pronto y muy secamente el coloquio. Al
día siguiente, después de reflexionar sobre el
disparate que había dicho, la noble dama volvía a
ver a don Bosco.
-Perdóneme, le dijo, mi impetuosa falta de
consideración; compadezca mi posición. Es verdad
que, si mi hijo se hiciese sacerdote, nos
acarrearía a mí y a mi familia una gran pérdida;
pero no quiero oponerme a la voluntad de Dios;
estoy dispuesta, me resigno a obedecer.
-Señora condesa, respondió don Bosco, usted
desprecia el don más grande que Dios puede hacer a
usted y a su familia, como es el de una vocación
tan sublime. Es una deshonra ser elegido para el
servicio de Dios?
-Vuelvo a pedirle perdón; ruegue por mí.
-Rezaré; pero su palabra fue tomada en cuenta
por Dios en el mismo momento en que la
pronunció.(**Es6.92**))
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