((**Es6.89**)Apenas
entraban los muchachos en el dormitorio, y
mientras se acostaban, un lector leía durante diez
minutos un libro espiritual y terminaba diciendo:
Tu autem, Domine, miserere nobis (y Tú Señor, ten
piedad de nosotros) a lo que no todos contestaban
Deo gratias (gracias a Dios) porque ya estaban
dormidos; y se dejaban las luces medio apagadas.
Por la mañana, sonaba la campana, se oían las
palmadas del asistente y el Benedicamus Domino
(Bendigamos al Señor) despertaba a los jóvenes que
respondían Deo gratias (gracias a Dios), por
haberles conservado la vida el Señor.
Entretanto se habían acabado los trabajos del
subterráneo de la iglesia, destinado a refectorio.
Como quiera que por su amplitud tenía capacidad
para gran número de personas, se determinó que
sirviera también de salón teatro. El escenario se
preparaba ((**It6.106**)) vez por
vez, y en él actuaron brillantemente Domingo
Bongiovanni, verdadero <>, Gastini,
Tomatis, Cora y muchos otros. Los dramas
conmovedores y grandiosos, las comedias con
escenas de familia, los graciosos sainetes, la
música selecta, los trozos de ópera clásica, las
célebres romanzas del clérigo Cagliero, las
poesías jocosas en piamontés de José Bongiovanni
atraían las más aristocráticas familias de Turín a
las que se invitaba. Estas representaciones se
hicieron en el refectorio hasta 1866; después, se
destinó a este fin la sala de estudio.
Don Bosco se apresuró a preparar un reglamento
para el teatro.
Reglamento para el Teatro
1. El fin del teatro es alegrar, educar,
instruir a los jóvenes lo más moralmente posible.
2. Se establece que haya un jefe de teatro, el
cual debe tener informado, vez por vez, al
Director de la Casa de lo que se quiere
representar, del día a fijar, y de tomar acuerdos
con el mismo para la elección de representaciones
y de los jóvenes que deben salir a escena.
3. Prefiéranse para recitar, los muchachos de
mejor conducta y, para despertar la emulación de
todos, sean sustituidos de vez en cuando por otros
compañeros.
4. Procúrese que los que pertenecen al coro o a
la banda de música no tomen parte en la
recitación; pero podrán declamar alguna poesía u
otros textos literarios en los entreactos.
5. Por cuanto ello sea posible, no se dediquen
a la recitación los maestros de taller.
6. Procúrese que las obras sean amenas y aptas
para recrear y divertir, pero siempre
instructivas, morales y breves. La excesiva
duración, además de dar mucho trabajo en los
ensayos, suele cansar al auditorio, menoscaba el
valor de la representación y cansa hasta en lo que
es digno de estima.
((**It6.107**)) 7.
Evítense las obras que representan escenas
atroces. Puede tolerarse alguna (**Es6.89**))
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