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un cobarde rubor... íLe asusta una burla, una
sonrisa maliciosa! Y eso que se trata de obedecer
a Dios y a su santa Iglesia en cosas gravísimas,
como oír misa en los días festivos, abstenerse de
comer carne en viernes y en sábado, acercarse a
los sacramentos por Pascua, no aplaudir a los que
sostienen conversaciones obscenas y otras cosas
por el estilo. íY al obrar diversamente se juega
uno la eterna salvación! No es esto una locura?
Perder el alma por las vulgares palabras de un
necio, que se reirá de vuestra ruindad! Acordaos
de lo que dijo Jesucristo: <>.
íMirad a san Pablo e imitadle! Cuando fue a la
ciudad de Damasco y entró en la sinagoga, declaró
él mismo su conversión, diciendo francamente ante
todos:
-Yo soy aquél que perseguía a los cristianos;
pero ahora también soy cristiano. Jesús es el
Mesías prometido. El es el verdadero Hijo de Dios.
Todos quedaron atónitos al oír su profesión de
fe, especialmente cuando contemplaron sus
milagros. Los enfermos curaban al contacto de sus
manos, o al besar su pañuelo o cualquier objeto
suyo. Así premiaba Dios la generosidad con que
había obedecido su mandato, y el fabricante de
tiendas de piel para los soldados se convirtió en
el gran apóstol de las gentes. En él se cumplió la
palabra del Salvador: <>.
((**It6.105**)) En
estos términos habló don Bosco durante las
primeras semanas de diciembre. Al término de cada
platiquita, se despedía de los muchachos, como un
padre de sus hijos, con el augurio de: <<íBuenas
noches!>>, al que todos los muchachos
correspondían con el saludo cordial y sonoro de
<<ígracias!>>1.
Al bajar de la pequeña tribuna, los muchachos
le rodeaban deseando cada uno de ellos oír de sus
labios una palabra confidencial. Y él, con toda
calma y bondad, los complacía. Declara el canónigo
Anfossi: <>.
El augurio de don Bosco los acompañaba, porque
la buena noche iba preparada con sus palabras y
envuelta en sus prescripciones.
1 Las buenas noches: En los colegios salesianos
de España se introdujo, desde un principio, una
costumbre que todavia los acompaña. Se empiezan
las <>, que tales son las ocasiones hoy en día,
con el clásico saludo de: <>,
por parte de quien las da, y se cierran con la
despedida: <>, por
parte de quienes las reciben. (N. del T.)(**Es6.88**))
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