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((**Es6.806**) Junto con el Hombre de Bien, para el mes de enero de 1862, Paravía, tenía preparado el fascículo: Devoción de los siete domingos dedicados a honrar los dolores y gozos de San José con indulgencia plenaria cada domingo, por el padre Ughet. Traducción de Josefina Péllico. ((**It6.1069**)) Con el tradicional programa y la acostumbrada devoción celebrábase en el Oratorio la fiesta del día 8 de diciembre. Antes de las Vísperas, don Bosco cumplía la promesa hecha en mayo. Había mandado construir en cemento una hermosa estatua de la Inmaculada Concepción. El maestro de obras Carlos Buzzetti la colocó en la cima de la fachada, cerca del lugar alcanzado por el rayo y delante plantó un sólido tablado. Don Bosco subió hasta aquella altura revestido de roquete y estola, rodeado por un grupo de clérigos, y bendijo solemnemente la estatua. Después, desde aquel tablado, que fue seguramente el más alto púlpito del mundo, dirigió a sus muchachos, reunidos en el patio al pie del edificio, una breve pero calurosa exhortación para que honrasen, amasen a la gran Madre de Dios y confiaran en Ella constantemente. Así que hubo acabado de hablar, entonó desde allí mismo la canción, que comienza con las palabras: Alabad a María, lenguas fieles, y los jóvenes la prosiguieron hasta el fin con un afecto y entusiasmo indescriptible, acompañados por la banda de música, que iba a su vez a porfía para llenar el ambiente de alegres armonías para gloria y agradecimiento a nuestra celeste Protectora. En aquel mismo día vistieron la sotana los jóvenes Jarach, Costanzo, Mignone y Murra. Monseñor Gianotti, obispo de Saluzzo y los Ordinarios de diversas diócesis habían autorizado y delegado a don Bosco para bendecir los hábitos talares e imponérselos a éstos y a otros varios alumnos por cuenta de sus diócesis. El joven Pablo Albera había recibido el sagrado hábito en None, el día 29 de octubre, de manos de su párroco, el teólogo Abrate. También la Pía Sociedad agregaba nuevos miembros. Dicen las actas del Capítulo: El 15 de diciembre de 1861 el Rector de la Sociedad de San Francisco de Sales, después de reunir al Capítulo e invocar al Espíritu Santo, propuso para la votación a los jóvenes ((**It6.1070**)) Luis Do, estudiante, hijo de Juan, natural de Vigone, y José Mignone, clérigo, hijo de Félix, natural de MazzŠ. Uno y otro tuvieron votación favorable y fueron aceptados en la Sociedad. Comenzó la novena de Navidad, y en ella se renovó el hecho de salir espontáneamente del Oratorio uno que no era de buen ejemplo para los compañeros. (**Es6.806**))
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