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((**Es6.805**) en su compañía. Aquí volvemos al punto de partida, es decir que la mano de Dios desbarató los planes de los hombres. Causará estupor que en 1861, haya comenzado la era de la paz; y sin embargo es así, los hombres son míseros instrumentos del poder de Dios. Hagan a su talante lo que quieran, pero se ha perdido la brújula y ésta no aparece... Todavía habrá guerra... habrá todavía desórdenes de otra clase, pero nadie podrá detener la mano de Dios, que actúa entre nosotros; por eso llegará el tiempo y no tardará mucho, en que todo buen católico podrá vivir en paz profesando su religión. Pero al mismo tiempo debo deciros que los acontecimientos de 1861 no son más que el índice de los que sucederán en 1862. Los acontecimientos de 1862 Aun cuando ha comenzado la era de la paz, sin embargo, el estado de cosas del año 1861 no es sino, como acabo de decir, el índice de lo que ocurrirá en el 1862. Por lo tanto las guerras, que empezaron el año pasado, tomarán este año mayores proporciones, pero, transcurridos tres cuartos del año, cesarán las hostilidades y los hombres, que antes caminaban como atolondrados, comenzarán a conocer a sus caudillos y volverán hacia atrás ((**It6.1068**)) por el mismo camino que anduvieron ciegamente mucho tiempo sin resultado. Pero, ay de aquéllos, que fueren sorprendidos mientras se dé este paso atrás. Una enfermedad terrible afligirá a muchos este año; pero será de provecho para muchas almas. Este azote se podría aligerar no poco, si los hombres santificasen mejor las fiestas. Vendrán la sed, el hambre, las úlceras para castigar las blasfemias que cada día se lanzan contra el nombre de Dios y contra la religión íAy de los blasfemos! Se arrepentirán incluso los que los compadecen. Hasta cierta época del año se temerá mucho por las cosechas, que efectivamente sufrirán muchos daños, pero después de la dos terceras partes del año, ya no habrá peligro de carestía. Os voy a decir ahora una cosa muy importante, poned atención y haced lo posible por comprender. Hay un gusano terrible que va dando vueltas carcomiendo la vida de los hombres. Muchos estudiaron cómo acometerlo y matarlo, pero inútilmente; nadie puede cortarle el paso. El año pasado taladró el cerebro a muchos, que por eso se volvieron medio locos; fue después hasta la médula espinal de un gran hombre y la fue royendo hasta llegar al cerebro, y ésta fue la causa de su muerte. Ahora ha penetrado ya en la médula dorsal de quien es considerado neciamente por algunos como el director del mundo. Ya está roída la mitad; veréis los efectos este año. Quisiera deciros muchas cosas más, pero la prudencia me dice que basta; por eso me limito a añadir algunas profecías antiguas que guardan relación con nuestros tiempos. Y el almanaque presentaba una predicción manuscrita por un pobre aldeanito de Flandes hecha en 1792. Terminaba con esta nota: Distribución de las Cuarenta Horas en las iglesias de la ciudad de Turín. (**Es6.805**))
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