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alumnos, que daban pruebas de vocación al estado
eclesiástico; y enviaba con preferencia a los que
podían pagar la pensión entera. Para asistirlos
añadió otros dos clérigos al clérigo Boggero, que
fueron Domingo Bongiovanni y Bessa. Y aún había
otros más en el Oratorio como Ghivarello y
Ruffino, prevenidos para prestarse en ciertos
casos como profesores.
Así, pues, a fines de octubre de 1861, y
gracias a don Bosco, como afirma el reverendo
Vaschetti, al inaugurarse el nuevo curso, los
alumnos de Giaveno eran doscientos cuarenta. Ya no
se sabía dónde ((**It6.1044**))
encontrar sitio para más camas, pues estaban
ocupados todos los rincones. En consecuencia, hubo
que preparar y adaptar para dormitorio algunos
locales, que antes eran buhardillas o huecos
abandonados, que apenas si se empleaban para
cuartos trasteros.
En el programa impreso por Paravía para el año
escolar 1861-62, se lee que se han abierto de
nuevo las clases de cuarto y quinto de
bachillerato, es decir Humanidades y Retórica.
Todas las clases, pues, tenían sus profesores,
residentes en el Seminario, elegidos como en el
curso anterior de acuerdo con don Bosco. El
clérigo Vaschetti enseñaba Humanidades, y al mismo
tiempo, como Ecónomo y Prefecto, llevaba el peso
de casi toda la dirección.
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