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nuestro retraso y nos acompañó muy cortésmente.
Llegamos a Casale ((**It6.1023**))
pasadas ya las nueve de la noche, tras haber
andado veinte kilómetros y seguidos de un largo
séquito de gente. Después de un poco de música
bajo las ventanas del palacio episcopal, nos
acompañaron al Seminario. Estábamos tan rendidos
que, nada más llegar, nos sentamos por el suelo a
descansar en aquellos largos corredores. Pero nos
esperaba la magnífica comida, que el canónigo
Crova había preparado por la mañana, porque nos
esperaba para el mediodía.
Después de cenar, se le asignó a cada muchacho
una celda de seminarista. Don Bosco se vio
obligado a aceptar la cena, ofrecida con gran
cordialidad por monseñor Calabiana, y una
habitación contigua a la suya.
En atención a nuestro cansancio, el viernes, 11
de octubre, don Bosco ordenó que se nos despertase
a las ocho y media y se oyese la santa misa a las
nueve. Después de las diez el Rector del Seminario
nos llevó a la capilla gótica del palacio
episcopal, donde nos aguardaba el señor obispo
monseñor Calabiana. Rezó con nosotros unas
oraciones y nos dio a besar una reliquia del
sagrado madero de la Cruz, guardada en un
relicario de oro de gran valor artístico.
Quiso después acompañarnos él mismo a la
catedral para que viésemos las grandiosas obras de
restauración, que se iban haciendo para darla de
nuevo su antiguo estilo longobardobizantino. Hizo
notar a los muchachos que todavía existía el atrio
de los penitentes, la tribuna de las mujeres y
varios capiteles antiguos, que se iban
descubriendo por uno y otro lado; señaló las seis
columnas colocadas a lo largo de la iglesia, en
línea casi oblicua, para significar al Salvador,
cuya cabeza pende oblícuamente sobre la cruz; y en
el primer orden de estos magníficos pilares, una
serpiente esculpida, mordiendo a un niño, como
símbolo de la esclavitud del hombre; en el
segundo, la cruz, que se ((**It6.1024**)) yergue
como una torre y manifiesta la redención; en el
tercero, un niño, que encadena a la serpiente, es
decir, la victoria del hombre sobre el demonio.
Contó también algo de la historia de Casale, de la
vida y muerte de san Evasio y de la construcción
de la catedral, levantada por Liutprando en el año
712.
Sonaron las doce y el Rector del Seminario nos
llevó a comer. Después, se presentó la banda de
música en el atrio del palacio episcopal para los
postres, y yo fui en nombre de mis compañeros a
pedir permiso a don Bosco para visitar las
iglesias y los monumentos de la ciudad. Entré en
el palacio, besé el anillo al Obispo y quedé
conmovido al contemplar la bondad y cortesía con
que se entretenía
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