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huella en su memoria. Pero no había añadido más
pormenores, de modo que había una gran
expectación.
El 27 de septiembre comenzaba la novena de la
Virgen del Rosario en I Becchi, y los grupos de
muchachos se preparaban para la partida. Uno de
ellos, que más tarde se doctoró en diversas
facultades, escribió una crónica de la excursión
de este año, día por día, a medida que se llegaba
a cada pueblo. Nosotros la seguiremos fielmente,
añadiendo hechos y circunstancias, que nos
refirieron otros que tomaron parte en esta
peregrinación, y acompañaremos el relato con
alguna observación nuestra. He aquí las notas de
nuestro buen amigo.
El 3 de octubre debía salir para Catelnuovo el
primer grupo de cinco jóvenes, del que yo formaba
parte. Lo mismo a nosotros que a todos los demas
que nos seguirían, entregó don Víctor Alasonatti
el dinero, que nos tenía guardado en depósito.
Oímos misa, besamos la mano a don Bosco,
desayunamos y, después de saludar a los amigos que
quedaban en casa, salimos del Oratorio a las ocho
de la mañana.
Abrasados por el sol, hicimos una breve parada
en Pino Torinese para apagar la sed. En Chieri,
nos recibió el reverendo Calosso cortésmente y nos
hizo sentar a su mesa para la comida. Después de
dar unas vueltas para ver la ciudad, entramos en
la iglesia de san ((**It6.1013**))
Felipe, donde rezamos sobre la tumba de Luis
Comollo; visitamos después a un condiscípulo
nuestro y, sin olvidar la merienda que nos
aguardaba en casa del reverendo Calosso, salimos
por la carretera de Turín, mirando a ver si
llegaba don Bosco. Pronto le vimos aparecer con el
caballero Oreglia y el alumno Pablo Albera.
Salimos corriendo a su encuentro y fuimos con él
al palacio del caballero Marcos Gonella. Visitamos
su rico jardín botánico, tres volvieron a casa de
reverendo Calosso y los otros dos cenaron y
durmieron en el palacio después de rezar el
rosario y las acostumbradas oraciones de la noche.
El día 4, viernes, a las seis y media oímos la
misa de don Bosco en la primorosa capilla del
palacio y a las ocho estábamos listos para salir.
Después de dejar a nuestras espaldas a Riva de
Chieri, nos habló don Bosco de cosas muy variadas;
de algún episodio de su vida, de cómo se prueba la
voz de un cantor y cómo se conserva, y también del
sacramento de la penitencia. En Buttigliera, nos
encontramos con un segundo desayuno preparado por
el párroco don José Vaccarino. Los alumnos del
Oratorio, de vacaciones en aquel pueblo, vinieron
a saludar a don Bosco y, rodeándole, lo
acompañaron durante un buen trecho de camino hacia
I Becchi, donde estaba preparada
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